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C4 CAPÍTULO 4

"¿Cómo fue el entrenamiento de Katerina?" pregunta Elijah, sonriendo en dirección a Cliff. Él gimió. "Es una dura". Toso y detengo su frase. Me mira con una sonrisa y dice: "Se está volviendo muy buena. Me ha ganado más de quince veces, y a Joel casi las mismas". Refunfuñó lo último y yo me reí. "Buen trabajo, nena". Me dijo con una enorme sonrisa. "Gracias." Murmuré avergonzada. "Entonces... ¿cuándo podré enfrentarte?". Sonrío.

Estrecha la mirada, con los labios tirando de las comisuras. "Parece que la cena se terminó. Vamos entonces". Dice y se levanta para salir al patio trasero. Me levanto de un salto y lo sigo, Cliff pisándome los talones y Joel pisándole los suyos. Observo cómo me espera en medio del campo de entrenamiento, listo para empezar. "¿Segura que quieres esto?" Sonríe. "Estoy segura. Vamos." Dije, intentando sonar sexy pero monótona. Era el juego. Entrecerré los ojos, abrazando a mi lobo interior y cargamos el uno contra el otro.

"¿Qué acaba de pasar?" pregunta Elías, de espaldas sobre la hierba. No estaba segura de a quién le preguntaba, sólo miraba al cielo exhalando un suspiro. Yo también respiré hondo. "No puedo creer que hayas vencido al Alfa". Dijo Joel, con la boca abierta. Lo miré, soltando mi pie del pecho de Elijah. Cerré la boca de Joel con una sonrisa. "Cazarás moscas". Le dije y le di unas palmaditas en la mejilla. Volvió a quedarse boquiabierto, lo que me hizo reír. "¿Quién eres Katerina Bathas?". Elijahse levantó de detrás de mí y me estrechó en un fuerte abrazo levantándome del suelo. Me río y pataleo en sus brazos.

"Me acabas de decir quién soy. ¿Podemos entrar? Hace un poco de viento". Le pregunto, quitándome un mechón de pelo de los labios. "Si prometes no volver a sacar el tema", me susurra al oído y yo vuelvo a reírme. "Vámonos." remata Elías. Todos asentimos y cruzamos las puertas de cristal, atravesamos la cocina y entramos en el salón.

Me dejo caer en el sofá junto a Elijah y me apoyo en su hombro. Cliff se sienta a mi lado y Joel al suyo. "¿Querías ver una película?". me preguntó Cliff. "¡El Rey León!" Grito feliz. Todos gimen. "Tío, ¿por qué se lo has pedido?". Joel le pega en el brazo. "Oh, cállate, ¿quieres decirle que no puede ver su cutre película de Disney?". Le contestó bruscamente. "No, no, gracias. Eso es todo tuyo, colega". Joel murmura y pega una almohada entre los dos retrocediendo.

"En primer lugar, puedo oírte. Segundo, vamos a mirar El Rey León". Dije con todo el veneno que pude. Luego sonreí, salté del sofá y cogí el mando a distancia del soporte de la tele para sentarme. Entré en una de nuestras cuentas de streaming y encontré la película. Elijah me mete en su regazo cuando empieza la música de introducción y me acurruca como a un bebé. Un brazo suyo estaba bajo mis rodillas dobladas, el otro me rodeaba la cintura y mi espalda estaba apoyada en su pecho.

Por supuesto, como cada vez que veíamos esta película, lloraba. "¿Por qué tiene que morir? Simba no tiene padre ahora..." Resoplo, una punzada me recuerda que mi propio padre falleció. "Por qué veo esto, es tan condenadamente triste". Yo murmuro, limpiándome la nariz en la camiseta de Elijah. "Claro, adelante, usa mi camiseta como pañuelo, no hay problema". Dice divertido. Murmuro un gracias y sigo mirando la pantalla. Siento su pecho retumbar de risa.

"Significa sin preocupaciones, por el resto de tus días. Es nuestra filosofía libre de proble-" Dejé de cantar cuando una mano me tapó la boca. Seguí el brazo, el hombro, hasta que vi a Joel. Lo fulminé con la mirada: "Hakuna Matata es una buena canción. Idiota". Murmuré la última parte. Volví a sentir la risa de Elijah: "Sí, lo es. Sólo que no cuando la has oído demasiadas veces". Joel responde con una sonrisa burlona. Me distraigo durante la última parte de la película. No podía dejar de pensar.

Cuando terminó la película, pregunté si podíamos poner otra. Aún no estaba lista para irme a la cama, no quería estar sola. "Claro nena. ¿Ahora cuál?" me preguntó Elijah. Nombré la primera película que se me vino a la cabeza, sin importarme mucho la elección. "Buscando a Nemo". Cliff y Joel gimen. "¿Por favor?" Uso mi voz dulce. "No es justo que uses tanto esa voz". Cliff refunfuña. "Oh, vamos", me río. "Es que no te gusta que funcione contigo". Le saco la lengua y cojo el mando a mi lado. Y encuentro la película en el sitio de streaming, ajustándose en el regazo de Elijah. Me sisea al oído: "Cuidado, nena". Y su voz me pone la piel de gallina. Me ajusto un poco más despacio, comprendiendo que su nueva erección seguiría creciendo. Intento concentrarme en la película y ahora pienso en Elijah.

Todavía había algunas cosas que no entendía.

Normalmente, un Alfa no debería estar tan involucrado en pasar el rato con los miembros de su manada. Debería estar trabajando duro, haciendo papeleo y llamadas telefónicas. Pero la noche que me encontraron, me juró: "Si me necesitas, estoy ahí, Katerina. Siempre. Te lo prometo". Y me encuentro sonriendo con su sonrisa contagiosa en mi memoria. Después de aquello, me abrazó y me protegió mientras yo empezaba a abrirme a él. Me bastó esa primera noche para sentir la seguridad que él y su manada me darían.

Suspiro, recordando por qué me encontraron en primer lugar. Me acurruco más en el pecho de Elijah, apartando el recuerdo. No quería pensar en mi antigua manada. Intento volver a ver la película, ver a las tortugas siempre me hace sonreír. Frunzo el ceño al pensar en otra cosa. Estaba sentado con nosotros, seguro; abrazándome, sí. Sólo que Elijah no era más que mi alfa y amigo. Los amigos harían cosas parecidas, ¿no? Me muerdo el labio.

Empieza a acariciarme la espalda. Me besa en la frente, haciéndome cuestionar mi pensamiento anterior. La confusión empieza a frustrarme y, tras otra avalancha de pensamientos constantes, empiezo a cansarme por fin. Las esquinas de mi visión se nublan y bostezo, echando un vistazo a mi alrededor.

Cliff. Joel. Elijah. Tenía una manada. Tenía amigos, una familia. Tres hombres en los que confiaba más que en nada estaban sentados a mi alrededor. Aún así, después de dos años y medio me encuentro pensando por qué... cómo pude llegar desde donde estaba, hasta aquí. No me vienen respuestas a la mente y vuelvo a parpadear ante la película. Siento los ojos como papel de lija y el calor que me daba Elijah sólo me daba más sueño. "Duérmete, nena". Y cierro los ojos, su voz me arrastra a un sueño profundo y muy necesario. La confusión sigue siendo evidente en el fondo de mi mente.

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