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PERSPECTIVA DE CALISTA

Tras disfrutar de un helado, nos encaminamos a nuestro apartamento para alistarnos para el turno en el restaurante.

Al entrar, el ambiente estaba cargado de rumores sobre un asesinato brutal a manos de un capo mafioso, o algo por el estilo; no estaba segura. La noticia del crimen me dejó aterrada.

Comencé mi turno, esforzándome por enfocarme en el trabajo y no en los chismes.

Cuando el turno estaba por terminar, un silencio sepulcral se apoderó del lugar, dejándome desconcertada. Los mismos que murmuraban ahora callaban.

Mi mirada se deslizó hacia la entrada y quedé cautivada: allí estaba él, el hombre más apuesto, carismático y atractivo, impecable en su traje azul, rodeado de hombres de negro.

Hizo su entrada triunfal, como un rey, escoltado por nuestro gerente hacia el reservado VIP, el más elegante del restaurante. Yo, mientras tanto, me quedé embobada observándolo como una tonta.

Sacudí la cabeza, intentando volver a la realidad, pero en ese instante, él, el hombre atractivo, clavó su mirada en mí y nuestros ojos se encontraron. Un escalofrío me recorrió ante la frialdad de sus ojos, llenos de misterio y oscuridad.

Desvié la vista hacia el suelo, que de repente me pareció el objeto más interesante del mundo, aunque aún sentía la intensidad de su mirada sobre mí.

Pasado un momento, al no sentir ya su escrutinio, levanté la vista y él había desaparecido. Exhalé un suspiro y seguí con mi turno.

El gerente se acercó para instruirme que les atendiera con esmero y les ofreciera nuestro servicio de primera, ya que eran clientes muy adinerados y arrogantes, y el jefe especialmente descortés.

Con el corazón aún acelerado, me dirigí hacia su mesa y con voz temblorosa, saludé, "hel...hola señor, ¿qué le gustaría pedir?" pregunté con cortesía.

"¿Cuál es tu nombre, preciosa?", preguntó uno de ellos.

"Calista, señor", respondí con voz temblorosa.

"Quisiera tenerte en el menú, cariño." Retrocedí asustada...

Tragué el nudo que se formaba en mi garganta, al tiempo que las gotas de sudor recorrían mi frente.

El hombre del traje azul pidió un café negro y gritó: "¡MUÉVETE!" Salí asustada de la cabina, dejé los pedidos en la barra de la cocina y me permití relajarme un poco.

PERSPECTIVA DE AIDEN.

Hoy, en la oficina, mientras revisaba unos documentos, Trevor llamó para recordarme la reunión con la mafia en algún restaurante de mala muerte. Ah, ese lugar insignificante y cutre del que ni siquiera sabía que existía en este planeta.

Apuesto a que no está a la altura, ni siquiera para una reunión, pero de algún modo accedí y programé el encuentro para las 3:00 de la tarde.

Cuando llegó el momento, le dije a Leo que preparara mi coche y reforzara la seguridad, pues no quería correr riesgos durante la reunión.

Al acercarnos al café, el bullicio era ensordecedor. Pero al entrar, el silencio se apoderó del lugar y el café se convirtió en un mausoleo. Eso es lo que más disfruto, el miedo en los ojos de la gente y la incertidumbre en sus rostros.

El gerente se acercó, plantándose frente a mí con respeto, sabiendo bien que no conviene provocar al diablo.

Nos guió hacia la cabina reservada para nuestra reunión. Camino a la cabina, una cara conocida captó mi atención. No pude apartar la mirada de ella, tan inocente y pura que me provocaba ensuciarla.

Entonces recordé, era la misma chica del club "Dismal in Distress", tan jodidamente inocente. Una risa socarrona se escapó de mis labios; ella también me observaba, pero su mirada no era lasciva como la de aquellas rameras, sino llena de curiosidad.

Así que sí existe alguien tan puro e inocente en este maldito mundo lleno de traiciones. Me ha impresionado.

Al entrar en el reservado, alguien se acercó a nuestra mesa para tomar nuestro pedido. No me percaté hasta que escuché esa voz suave y melodiosa. Al alzar la mirada de mi teléfono, la fuente de esa voz era mi curiosa muñeca.

No podía dejar de observarla; se notaba nerviosa y nos preguntó qué deseábamos. Pero mi ensimismamiento se esfumó cuando uno de esos desgraciados preguntó su nombre y ella, con cortesía, respondió "Calista". Qué nombre tan hermoso para mi curiosa muñeca.

Vaya, el desgraciado no puede apartar la vista de ella, eh. Incluso tuvo la osadía de pedir que la muñeca se incluyera en el menú. Vaya, me aseguraré de que se arrepienta de haberle dicho eso a mi muñeca.

Estaba furioso, y el rostro asustado de mi muñeca solo avivaba mi ira, así que terminé gritando "¡MUÉVETE!" tras pedir un café negro solo para mí.

No entiendo por qué actúo como un adolescente, enfadado como un chico loco de amor que se irrita cuando alguien intenta mirar a su novia.

Ahhhhh, es tan malditamente frustrante. Solté un suspiro helado y me centré en la reunión en lugar de en esa chica que en un segundo había revuelto mi mente.

Cuando la reunión estaba por concluir, una nueva camarera apareció con mi café negro, vestida de forma provocativa. No tenía nada que ver con mi muñeca, que es la inocencia y pureza personificadas.

"Huh, 'muñeca'", de verdad, Aiden, cállate ya, idiota. Estaba cavilando sobre la muñeca cuando Leo preguntó: "¿Qué sucede?".

Exclamé: "¿QUÉ?".

"Jefe, la reunión ha terminado, vámonos", me dijo.

Al salir del café, le ordené a Trevor: "Quiero todos los datos de la chica CALISTA en una hora".

"Como diga, jefe", fue su respuesta.

Asentí con la cabeza y me dirigí hacia mi coche; puse rumbo a la empresa para avanzar con algunos asuntos pendientes.

Mientras tanto, Leo apareció y dejó un sobre en mi escritorio. Alcé una ceja, interrogante. "Jefe, es el expediente de la camarera que solicitó".

Simplemente eché un vistazo al archivo, abrí el sobre y extraje la fotografía que había capturado por completo mi atención.

Tan hermosa e inocente, mi muñeca. Hay algo en su inocencia que me excita tremendamente...

Ahora necesito una distracción, así que llamaré a mi secretaria para que me consiga una compañía...

Así que eso es todo por la actualización de hoy. Espero que estén contentos con lo que les he contado, ¿cierto? Me gustaría saberlo...

Cuídense.

Hasta luego...

Recuerden que los comentarios y votos son imprescindibles... ❤️