C64 Capítulo 64 Patri

Ayden está vez se ha pasado, y sé que llevamos unos meses desde el aborto algo distanciados, pero creer que sería capaz de engañarlo, y tirarme en cara lo de Pedro.

Ato los niños a sus sillas en el coche de Alex, y cuando voy a entrar Alex me cierra la puerta, que hable con él dice, ya está todo dicho, si no hay confianza no hay amor.

Intento subirme en el de Pedro, pero me niega con la cabeza y arranca el coche detrás de Alex, voy hasta las verjas de la salida Ayden me sigue hasta allí.

- ¿Qué hablemos dices? ¿De qué? ¿De lo poco que confías en mi? Que me hubieras dicho eso cuando nos conocimos me hubiera dolido, pero hubiera sido comprensible porque no me conocías, tenemos tres hijos en común me hice cargo de tu hija como una hija más le di mi apellido, te he querido hasta la saciedad, y tu me dices que te he engañado, porque alguien llama a mi teléfono. No Ayden no hay nada que hablar, piensa en que momento he podido engañarte, si mientras Marie o Ayden jugaban en la alfombra de la habitación, si cuando Patricia veía una película mientras hacíamos los ejercicios o cuando tus putos gorilas me acompañaban incluso al hospital, ahí tendrás la respuesta de la cantidad de veces que te engañe.

- Patri, perdóname, no quise decir eso.

No quiero escucharlo cojo el teléfono y llamo a Alex.

- Alex, tráeme a mis hijos, por la amistad que nos tenemos tráeme a mis hijos, he perdido a mi marido no hagas que pierda también a mi mejor amiga, tráeme los niños.

Cuelgo, no dejo ni que conteste lanzo el móvil contra el suelo y le doy un pisotón con el tacón que aún llevo.

- Ahí tenemos el problema, muerto el perro se acabó la rabia, no necesito un teléfono.

Me meto dentro de casa siento como me sigue Ayden, me meto dentro de nuestra habitación y la cierro por dentro, no quiero saber de nadie, no quiero saber nada, solo necesito llorar.

- Patri, cariño, me equivoque en lo que te dije pero escúchame. - me dice desde el otro lado de la puerta.

Me meto en la ducha y cuando salgo ya no escucho a Ayden, me acuesto en la cama, lloro solo lloro y me quedo dormida con mi llanto.

Me despierto con golpes en la puerta de mi habitación, escucho la vocecita de Marie, seguida de la de mi pequeño Ayden.

Salgo y los abrazo. Bajo a desayunar y Alex está allí.

- Buenos días. - digo enfadada.

- Buenos días, tenemos que hablar.

Yo asiento salimos y nos sentamos enfrente la piscina mientras los niños juegan.

- Sé que Ayden se ha pasado con lo que te dijo, y él también lo sabe.

- Alex, esta relación dejo de funcionar cuando perdí ese bebe que tanto quería él, llega tarde a casa, casi no hablamos y para el sexo, con lo ardiente que ha sido siempre hasta me evita, sabía que era un bache, pero a noche me dijo lo mismo que Pablo, si ya fui infiel a Pedro porqué a él no lo iba a ser, y que después de once años juntos se haga esa pregunta, cuando ni siquiera le he dado motivos para dudar.

- Tiene derecho a equivocarse.

- Lo sé. Igual que yo, pero por más que él llegue tarde a casa y no se acueste conmigo durante una semana no pienso que me esté engañando.

- Habla con él. Volviste a encerrarte.

- Volví a recordar lo mal que lo pasé con Pablo. Todo empezó con ese comentario.

- ¿Y piensas que Ayden te haría lo mismo que Pablo? - pregunta enfadada.

- Claro que no. Ayden dudo que pudiera ponerme una mano encima, es más antes se la corta, pero no quita que me lo recuerde.

- Habla con él, tienen hijos ya no eres esa chica de 23 años que se va a su piso.

- Y no me fui, ganas no me faltaron, pero tengo hijos y la palabra favorita de Ayden, soy coherente y sé que Pablo está ahí fuera esperando un despiste para poder atacarme. Pero ahora mismo no voy a hablar con Ayden, no puedo.

Los almuerzos y cenas en familia se hacen incómodos hablamos entre todos, pero no entre nosotros, no le miro aunque siento su mirada.

Nuestro último día en Madrid Alex pasará la noche en casa, no sabe cuándo podrá visitarme y así pasamos esta última noche juntas.

Cenamos todos acuesto a los niños y Alex y yo nos quedamos charlando. Me levanto y voy a la cocina.

- Mira lo que había en la nevera.

- ¡Uau! vodka caramelo.

Empezamos con un chupito, dos, tres... cinco.. diez... y perdemos la cuenta. Terminamos las dos riendo a carcajadas por boberías nos vamos a la piscina y nos tiramos acabamos la botella.