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C2 Capítulo 2: VÍSTEME

Sarah se levantó y observó cómo la mujer se alejaba. Cerró el puño con fuerza antes de adentrarse en la habitación desordenada, manteniendo la cabeza gacha y el silencio.

Charles la miró con una sonrisa burlona: "¡Ven aquí y ayúdame a vestirme!".

Ella cerró el puño de nuevo y se acercó a él, recordándose a sí misma que debía concentrarse únicamente en su ropa para evitar ver algo que le causara dolor. No obstante, al abotonarle la camisa, las marcas rojas y el rastro de lápiz labial bajo su ropa le saltaron a la vista. Las lágrimas brotaron sin poder contenerlas.

Él le levantó la barbilla y la miró con los ojos entrecerrados: "¿Qué sucede? ¿Por qué esa tristeza?".

Sarah apretó los dientes y desvió la mirada. Charles, con una sonrisa sarcástica, la provocó: "¿Acaso no me dejas tocarte? ¿Por qué te duele tanto verme con otras mujeres?".

Ella guardó silencio, pero en su interior respondió: "Te amo, pero no quiero ser solo tu amante. Anhelo un amor verdadero. Si pudieras dármelo, te entregaría todo, incluso mi cuerpo. ¿Por qué solo deseas mi cuerpo como al de las demás? ¿Por qué ensucias mi amor?".

Charles, ajeno a sus pensamientos, la escrutó con la mirada: "¿Será que estás celosa? ¿Acaso te imaginabas en el lugar de esa mujer, yaciendo bajo mí?".

"¡No!" Finalmente, ella se enfrentó a él, mirándolo directamente.

Él entrecerró los ojos y continuó jugueteando con su barbilla. "Es que nunca has experimentado eso. Me amas. ¿No has pensado alguna vez en cómo sería yacer bajo mí? ¿Qué tal si lo pruebas hoy?".

De forma impulsiva, Sarah levantó la mano y le propinó una bofetada.

El golpe dejó una marca roja en la mejilla de Charles. Él se tocó la cara, incrédulo, mientras ella lo enfrentaba con la mirada, sus ojos empañados en lágrimas. No comprendía por qué él insistía en jugar con sus sentimientos. ¿Acaso no se daba cuenta de que sus acciones podrían destrozarle el corazón?

A pesar de lo extremo que pudiera parecer su comportamiento, Sarah no lamentaba sus acciones. Charles, percibiendo su semblante endurecido, la observó con los ojos entrecerrados, destilando un aire de peligro. Sin previo aviso, la arrastró hacia la cama, la sujetó con fuerza y comenzó a despojarla de su ropa.

"¡Charles, qué pretendes hacer? ¡Suéltame, suéltame!", gritó Sarah.

Ella intentó resistirse y empujarlo, pero fue en vano; Charles, embriagado y con más fuerza que ella, la dominaba con mayor intensidad. Su chaqueta y vestido de traje fueron desgarrados, quedando inservibles. A pesar de su lucha, él le quitó toda la ropa, salvo su ropa interior y las bragas. Su pecho, a causa del forcejeo, quedó parcialmente al descubierto.

Sarah vio una oportunidad y mordió el brazo de Charles, lo que le hizo aflojar su agarre de inmediato. Aprovechó la ocasión para intentar huir. Cuando casi había logrado arrastrarse hasta el borde de la cama, Charles la atrapó de nuevo y la inmovilizó con determinación. "¿Así que quieres escapar?", dijo con un tono gélido, como el de un lobo amenazante.

Con lágrimas desbordándose por sus mejillas, Sarah exclamó: "¡Déjame ir, Charles! ¿Qué diablos crees que estás haciendo?"

Charles la contempló, su aliento rozaba la delicadeza de su piel. Su torso desnudo era innegablemente atractivo y él parecía convencido de que estaba seduciéndola.

"¿Qué hago?", preguntó Charles con voz áspera, "Solo quiero admirar tu cuerpo y entender cuán valioso es, al punto que ni yo puedo tocarlo". La recorrió con la mirada, codicioso. De pronto, sonrió y añadió: "Puedo imaginar lo hermoso que es tu cuerpo. A pesar de ser algo delgada, tu figura es más bella que la de muchas otras mujeres. Es una lástima que siempre elijas vestirte de manera tan recatada".

Las palabras de Charles sonaron como una provocación, especialmente en medio de un encuentro tan violento. Sarah se sintió avergonzada, incómoda ante la forma en que él la deshumanizaba. Sin embargo, se resistió: "Suéltame. ¡Eres un completo desgraciado, un monstruo!" Estaba tan furiosa que su voz comenzó a temblar.

Al escucharla, Charles soltó una carcajada burlona: "¿Desgraciado, un monstruo? Si me insultas de esa manera ahora, ¿qué sobrenombre me tendrás reservado para el futuro? ¡Esto no es nada!"

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