Un matrimonio por contrato con mi jefe/C4 Capítulo 4: CARTA DE RENUNCIA
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C4 Capítulo 4: CARTA DE RENUNCIA

Hace un año, Sarah asistió a una entrevista de trabajo en esta empresa. El último entrevistador fue Charles. Al conocerlo, él estaba reclinado en su silla, con los dedos entrelazados reposando sobre su vientre. Su aire despreocupado lo hacía único. Sus ojos eran delicados y sus labios finos dejaban entrever una dentadura perfecta. A la luz del sol, parecía un hombre de una belleza inalcanzable.

Desde aquel instante, Sarah se sintió atraída por él. Tras la entrevista, se convirtió en su secretaria personal, lo que le brindó más oportunidades para interactuar con él y admirar su impresionante talento empresarial. Con el tiempo, se enamoró. Un hombre tan excepcional era fácilmente amado por las mujeres, y Sarah no era la excepción. Aunque jamás imaginó que él sería su peor pesadilla.

Él era consciente del amor de ella, pero aún así jugaba con sus sentimientos, como si disfrutara viéndola llevar una vida de desdicha. Recordó de nuevo aquel episodio en el hotel. Su cuerpo aún mostraba las marcas de sus mordiscos apasionados, y un sutil olor a sumisión impregnaba su piel.

Bajó la cabeza con timidez, sujetando con fuerza la carpeta y el bolígrafo. No entendía por qué persistía. Si se quedaba, él solo continuaría maltratándola. Ya había tocado fondo esa misma mañana. ¿Debería seguir esperando a ese hombre de corazón despiadado? ¿Valía realmente la pena?

Sarah reflexionó durante un largo rato. Después, su mirada se posó en la puerta cerrada del salón de conferencias, sin señales de que nadie fuera a salir. Se mordió el labio inferior y, con determinación, se giró para regresar a su oficina, convencida de su resolución.

Había tomado la decisión de renunciar. Tenía que alejarse de él. No podía seguir allí, sometida a más humillaciones.

Al regresar a su oficina, Sarah se puso a redactar su carta de renuncia. Las lágrimas empezaron a brotar mientras escribía. Había aguantado un año entero y, a pesar de todo, estaba tirando la toalla. Pero, ¿qué otra opción tenía si no se rendía? Ese hombre jamás la había querido. Una vez terminada la carta, buscó una caja y comenzó a empacar sus pertenencias.

Nancy, su asistente, no estaba, así que nadie podía persuadirla de lo contrario. Empaquetó sus cosas a toda prisa, se sentó en el escritorio y aguardó el regreso de Charles de su reunión.

Después de una hora, Charles finalmente regresó. Sarah se puso de pie y lo recibió como solía hacerlo.

No obstante, al verla, Charles le espetó con frialdad: "¿Cómo se te ocurre irte en medio de la reunión? ¿Qué pasaría si necesito algo?" Su tono era acusatorio y doloroso.

Afligida, Sarah, con la mirada al suelo, confesó: "Señor, he reflexionado mucho. La verdad es que siento que no logro encajar en este puesto".

Charles iba a entrar en su oficina, pero al escucharla, se detuvo y se giró para mirarla con intensidad: "¿Cómo dices?".

Sarah, sin atreverse a levantar la vista, se mordió el labio inferior y declaró: "Quiero renunciar".

Charles la observó detenidamente y luego soltó una risa helada: "¿Estás segura de que no es una broma?".

Ella, sin mirarlo, replicó con convicción: "No es ninguna broma. He tomado esta decisión tras una cuidadosa consideración".

Charles frunció el ceño mientras se acomodaba la corbata y, con serenidad, se dirigió a su despacho diciendo: "Voy a hacer como que no has dicho nada, regresa a tu trabajo".

Sarah, alzando finalmente la mirada, lo siguió hasta su oficina y afirmó: "No es una broma. Ya redacté mi carta de renuncia. Y lo digo con toda seriedad". Acto seguido, le extendió la carta.

Al girarse para observarla a ella y a la carta, Charles soltó una carcajada: "Aparte de mí y de esta empresa, ¿quién te ofrecerá un trabajo con un salario alto y beneficios sociales? ¿De verdad piensas que tu vida será mejor sin mí? Tu hermana aún está estudiando. Sin padres, ¿quién va a costear su educación? Y tú, que solo has salido de una universidad promedio, ¿dónde encontrarás un empleo tan bueno como este?"

Las palabras de Charles impactaron a Sarah como un disparo. Se mordió el labio inferior y afirmó con convicción: "Prefiero morir de hambre a seguir aquí, humillada y menospreciada". Y dejó su carta de renuncia sobre su mesa.

"¿Todavía estás molesta por lo que pasó en el hotel?" Charles la miró intentando descifrar su reacción. Pero Sarah no le contestó, lo que lo irritó aún más. Furioso, Charles agarró la carta y la rasgó en pedazos.

Indignada, Sarah le increpó: "¡¿Por qué has hecho trizas mi renuncia?!"

"Tengo el derecho de rechazar la renuncia de un empleado", replicó Charles con una sonrisa sarcástica.

"¡Te pasas!"

"¿Ah, sí?" Charles se colocó frente a ella, le sujetó la barbilla y la desafió: "Sarah, ¿acaso me amas?"

"¡Déjame en paz!" Sarah le golpeó la mano y apartó la mirada.

Charles no soltó su barbilla y propuso: "Sarah, ¿no ansías un amor romántico? Pues yo te lo puedo ofrecer. Desde hoy serás mi novia. Te colmaré de atenciones y te daré todo lo que desees. ¿Aún así querrás renunciar?"

Sarah quedó petrificada, lo miró fijamente y luego murmuró: "¿Qué has dicho?"

"Lo que oyes, a partir de ahora serás mi novia. Te trataré con respeto y me esforzaré al máximo para satisfacer tus deseos. Así que, ¿vas a dejarme?"

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