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C2 Capítulo 2

El ser humano es capaz de hacer de todo por no perder lo que desea.

En la vida siempre hay que tomar decisiones. Algunas veces son pequeñas, incluso insignificantes. Otras son enormes y pueden cambiarlo todo para siempre.

—Señor Ankarali, Señorita White … —anuncia el Señor Lerman observándome de manera perspicaz, esto capta inmediatamente la atención de Ángelo.

La mención de mi apellido me saca de mis cavilaciones, así que parpadeo varias veces.

—¿Por qué debería vender mi empresa al emporio Ankarali?

Esta pregunta no se trata sobre dinero, pienso rápidamente. De cierta manera puedo comprenderlo, no sé cómo explicarlo, pero me siento en sus zapatos.

—Señor Lerman, nuestra empresa hará la proyección que usted una vez… diseñó —digo en tono firme—. No se despedirán empleados, solo se harán modificaciones y si usted está de acuerdo, tomaremos todos los consejos de la manera más respetuosa posible.

Quiero decirle muchas cosas más, quiero prometerle otras también, si estuviera en mis manos trabajaría la empresa y se la devolvería, aunque es una locura, lo sé, aun así, lo haría.

—Créame Señor, su esfuerzo no será en vano —le envío una sonrisa de pura sinceridad.

Él asiente y le habla a su hijo al oído; no sé qué le dijo, pero el hijo de Lerman se coloca de pie y se dirige a toda la mesa.

—Señores es todo, hemos tomado una decisión, queremos agradecer todas las ofertas —me observa a mí, pero menciona a Ángelo—. Señor Ankarali iremos a su oficina en lo que resta de semana, muchas gracias.

—Perfecto —responde Ángelo, aunque no le veo complacido.

«¿Por qué?»

Salimos del Hotel con paso apresurado, estaba muy emocionada, estaba segura de que Anne daría saltos de alegría en cuanto le cuente…

—¡¿Qué fue todo eso, Samantha?! —pregunta Ángelo en tono severo eliminando mi ensoñación.

Me detengo de pura impresión y volteo hacia su dirección.

—¿De qué hablas? —investigo confundida.

—Vayamos al auto —él sigue el camino hacia el estacionamiento. Está molesto por algo, lo sé, pero no se me ocurre qué pueda estar ocurriendo.

Nos montamos al auto, pero veo que Ángelo solo se quita la chaqueta y la arroja a la parte de atrás de su auto, no tiene intención de encenderlo, así que yo giro hacia él desde mi puesto.

—¿Vas a decirme que te pasa? —pregunto y él desajusta su corbata un poco.

—¿Conocías a Colin Lerman? —suelta la pregunta de manera cautelosa achicando sus ojos.

—¿El hijo del Señor Lerman?

—Deja de jugar Samantha ¡Por supuesto que su hijo! ¡No estoy hablándote de otro! —me abruma un poco el tono que está utilizando para hablarme, así que me enfurruño.

—Es la primera vez que le veo ¡Y no sé por qué estás hablándome así! ¿Me podrías explicar por favor a que se debe todo esto? —sé que estoy exagerando un poco, pero Ángelo no se comporta así, no conmigo.

Su rostro cambia disminuyendo el enfado, coloca sus manos en el volante junto con su cara.

—Estoy estresado, Sam —repone soltando aire de su boca—. Tengo un condenado dolor de cabeza, aparte no he estado muy centrado en esa mierda de reunión lo suficiente, vi como ese idiota casi te estaba comiendo con la mirada, ¡Eso es faltarme el respeto! Y a todos en la reunión, ¡Todos se dieron cuenta! ¡Todos!

— Ángelo y-yo, yo no… —titubeo porque la verdad me impresiona, yo no noté nada de eso, estaba en otro mundo, pensando y recordando otras cosas.

—¡Olvídalo, Sam!, no tengo por qué desquitarme contigo —dice—. Detesto a ese tipo, Lerman es otro asunto, pero ese tipo me da náuseas de solo verlo.

No sé qué pasará en ese asunto, lo único que he escuchado de Colin Lerman es que despilfarró gran parte de la fortuna de su Padre. Por cierto, hay un asunto que quiero preguntarle a Ángelo desde que llegué a la reunión así que…

—Quería preguntarte, ¿Qué ocurre?, estuviste ausente en la reunión, estabas bastante concentrado en tu celular, sé que no es mi problema, pero ¿Está todo bien?

El hombre giró su rostro nuevamente en dirección a mí y le vi titubear.

—¿Tienes hambre? —dice cambiando el tema por completo, por lo visto no quiere hablar, bien.

—Sí, por supuesto —respondo de manera neutra; me enoja un poco que él quiera sacarme hasta el último pensamiento, y no me incomoda hablar con él, le considero mi amigo; lo que no me parece es que cuando me inmiscuyo un poco en sus cosas entonces él me cierra la puerta en las narices

—Hay un restaurante que descubrí, de pastas —me sonríe. ¡Qué cambios de humor! —. Te gustará, lo sé —y con eso arranca el automóvil.

—No, lo siento —digo en seguida y él frunce el ceño mirándome de manera rápida—. Quedé con Anne.

—Samantha, te lo contaré, pero no ahora, no seas infantil.

—Te dije que quedé con Anne, no tengo por qué inventar cosas, y con respecto a ese tema, olvídalo, no tienes por qué estar contándome todo —sonreí de forma sarcástica.

Su rostro se tornó serio y sin decir nada afirmó conduciendo, y adentrándose en la autopista.

***

—Gracias a Dios quedé contigo, porque en serio Ángelo a veces es insoportable —digo en dirección de mi amiga mientras tomo toda el agua helada posible.

—Sam, todo el tiempo dices lo mismo, no sé cómo funcionan ustedes, pero en eso viven —recalca Anne torciendo los ojos hacia arriba—. Además, estás jodidamente anclada en Ángelo, si fuese posible respirabas por él.

Me trastoca eso último que ha dicho, el asunto es que todos lo ven de esa manera, diciendo que soy la sombra de Ángelo, y la verdad es que como a su familia siento un amor bonito por él, así que de mi parte contará con todo mi apoyo siempre, a pesar de que la gente piense otras cosas.

—Tú confundes las cosas, Anne —digo al final—. No es de ese tipo de amor, yo le debo…

—¡Tu vida! ¡Sí!, ya he escuchado eso muchas veces, Sam, pero no le debes nada a nadie —objeta Anne de manera alterada y yo saco un poco de aire desde muy adentro—. Todo lo que tienes te lo has ganado tú solita, has trabajado día a día, has aportado mucho de ti, si es cuestión de deuda creo que ya la saldaste hace tiempo —sigue la retahíla gruñendo como si su vida dependiera de ello—. Así que deja de estar pensando que les debes todo a todos.

Cuando me habla así, quiero abrazarla con todas mis fuerzas, no sé qué haré el día que ella se enamore y se case, y espero que, con el mejor hombre del mundo, porque Anne es un tesoro para mí.

—¿Qué haremos hoy? —pregunto cambiando el tema rápidamente, antes que haga un show en plena cafetería.

—Iremos a un bar nuevo que están inaugurando, Max nos invitó —una risa pícara asoma en su cara y le devuelvo el gesto.

Eso me vendrá bien, quiero relajarme, quiero descansar este fin; han sido unas semanas largas de trabajo y quiero despejar mi mente; Ángelo me envió un texto por la tarde preguntándome que lo acompañara a una cena con su familia, pero decidí por responder que no podía, que tenía otros planes, y después de eso no supe más de él.

Quizás Anne y el resto del mundo tengan razón, no quiero ser la sombra de Ángelo, a veces siento que estamos juntos mucho tiempo y eso no es nada bueno para mí.

Cuando comencé a trabajar en empresas Ankarali, a la semana que salí de su oficina, me llamaron para que me presentara lo más pronto posible; estaba extasiada, no sabía qué iba a hacer, pero no me importaba. Anne me prestó ropa para comenzar y cuando llegué, me llevé la sorpresa que sería la asistente personal de Ángelo y eso me volvió loca.

Gracias a él y a su intervención aquel día pude hacer mi propuesta y quizá él, más que Adriel, metió la mano para que yo obtuviera esa beca.

Una de las instrucciones recibidas por mi querido jefe, fue a la semana de permanecer como su asistente, donde de manera directa me exigió no hacer contacto personal con nadie de su emporio y exclusivamente con Adriel su hermano menor. Imagino que fue por el suceso de aquel día en la oficina; necesitaba mucho el trabajo, no lo pensé en acatar la dirección, y cuando Adriel llegaba a la planta de Ángelo, yo era lo más formal que podría ser.

Ha sido difícil lidiar con la universidad y al mismo tiempo trabajar para Ángelo, mis horarios son todos en la mañana, y como ya estoy en último año, puedo acomodarlos como quiera.

De lunes a jueves estoy todas las mañanas en la universidad hasta el mediodía, de esa manera salgo corriendo a la empresa a comenzar con mis asuntos laborales y termino a las seis de la tarde. Los viernes me levanto un poco tarde, llego a las nueve de la mañana al trabajo, y la jornada se vuelve a extender hasta las seis de la tarde como el resto de días.

Por lo general, los fines de semanas los tengo libres, aunque en los últimos dos años han sido dedicados a uno que otro trabajo extra que Ángelo me recarga.

No puedo quejarme, porque aparte de la beca también recibo un dinero extra lo cual agradezco muchísimo.

Después de pagar la cuenta nos vamos a nuestro departamento, y después de hablar por una hora más, ella se agita al saber que tenemos poco tiempo para arreglar la cena y alistarnos para salir.

—¡Utilizaré el baño primero! —grita Anne y camina semi desnuda por la sala de nuestro departamento, ella es así, extrovertida a un millón por ciento, entonces aprovecho de enviar un ensayo al profesor de lógica y reviso el correo.

A las ocho y media de la noche, estamos saliendo al estacionamiento esperando que Max pase por nosotras, yo decidí por un vestido corto de color salmón que se añade a mi piel, pero que no es grosero, mi cabello está lacio, pero con ondas en las puntas llevándolo suelto, cosa que no hago en el trabajo. También llevo una chaqueta en la mano porque sé que las madrugadas están heladas.

—Estás jodidamente hermosa —dice mi amiga alisándose el cabello y llevando su flequillo atrás—. Me haces parecer algo tonta a tu lado.

—¡Qué cosas dices! ¡Eres una belleza! —contesto porque es la verdad, Anne es de tez blanca y de curvas, sus ojos son verdes, su cabello castaño y largo, es hermosa, para mí lo es, para cualquiera que tenga tres dedos de frente.

—No te hagas la tonta, siempre lo haces, piensas que eres normal, que eres una más, pero no es así —repone enfoscada—. Sobresales al tipo normal de mujer y sabes que es así, donde llegas no hay quien no te mire. Por eso Ángelo es tan posesivo contigo.

Y con eso suelta de manera severa sobre mí, mientras trato de no hacer caso al escalofrío que recorre mi espalda cuando ella mete a Ángelo en el asunto.

—Deja el tema ya, es una bobada hablar de eso, sabes que no me importa mucho —repuse sin sonar grosera.

—¡Lo sé!, pero es importante que sepas que eres especial —dijo sin más—. ¡Allá viene Max! ¡La pasaremos increíble! —ella chilla y da aplausos de pura emoción.

Creo que se trae algo con Max, desde hace un tiempo veo cierto interés de ella hacia él. Max se graduó hace un año, está trabajando en una pequeña empresa textil con su hermano mayor, y al parecer les va muy bien, siempre hemos mantenido una genuina amistad nosotros tres.

Llegamos al Bar/Café nuevo, es bastante lindo y estaba repleto de gente, varios amigos nos esperaban en una mesa, así que nos acercamos a ellos.

Yo me siento junto a Anne y Max, pero por obvias razones les dejo sentados juntos colocándome en una esquina y comienzo a charlar con el resto que está en la mesa.

Está Tomás, Alié su novia; Sara que es más amiga de Anne que mía y John. La música se hace cada vez más fuerte y todos comienzan a beber de manera desordenada, suena una canción que hace que todo se disparen a la pista a bailar, y siento como de un tirón me levantan de la silla.

—¡Levanta tu trasero! —grita Anne llevándome arrastras al centro donde están todos.

Bailamos en grupo y aprovecho el momento para liberar todo el estrés acumulado, no quiero pensar en nada, no quiero recordar nada, así que danzo al compás de la música y muevo mi cuerpo dejándome llevar.

Después de un tiempo en que la música se vuelve más suave, un brazo enlaza mi cintura y un estremecimiento bastante burdo de incomodidad se apropia de mí, me quedo estática, pero giro en dirección para saber quién está tocándome.

Veo a un Max bastante pasado de tragos que me observa de forma extraña

Mierda.

—¡Oh, Sam! ¿Por qué eres tan hermosa? —me congelo del pánico que siento, observo a mí alrededor y Anne está sentada en la mesa con algunos, pero su mirada está clavada en nosotros.

¡No! No, no…

—Max —digo retirando las manos y lo empujo suavemente—. Vayamos a la mesa.

—Baila conmigo Sam, déjame hacerlo al menos hoy —dice de manera atropellada, dejando en evidencia su falta de tacto y su lengua enredada.

—Estoy cansada Max, quiero tomar algo —trato de atraerlo a la mesa en lo que más puedo. Me siento mal, puedo jurar que Anne está molesta.

Llevo a Max a la mesa, y él se repone rápido, sé que está avergonzado, en cuestión de segundos se sienta junto a Anne y ella hace que no nos ha visto, como para hacer que ella pasó desapercibida, lo que acabó de pasar.

Una vez más me siento fuera de lugar, me arrepiento un poco de no haber aceptado la invitación de Ángelo, al menos no pasaría este momento incómodo.

Pasa un largo rato y la mayoría ya está bastante ebria, sus rostros dan evidencia de ello. Dicen tonterías y hablan por demás, detesto la bebida, me da un asco increíble, pero lo que más odio es la reacción que hace en las personas, porque saca lo peor de ellas.

—Anne es hora de irnos —le digo por tercera vez, son las dos y media de la mañana y siento que un camión ha pasado por encima de mí.

Veo como ella toma a un Max casi sedado del brazo, y coloca su brazo en los hombros.

—¡Ayúdame, Sam!

Yo tuerzo los ojos hacia arriba. Cargar a un borracho no es lo que pedí para esta noche.

Recargo una parte de Max en mi costado y vaya que pesa, nos despedimos de todos, colocamos a Max en el asiento trasero de su propio auto al llegar al estacionamiento. Y de esa manera arranco el auto encaminándonos a casa.

Cuando llegamos al apartamento junto con Max, lo colocamos en un sofá de la sala, Anne le pone encima una cobija y le quita las botas.

—Samantha, Sam, te quiero… —pronuncia Max de manera poco entendible, y yo me quedo helada en el puesto, pero no me atrevo a mirar a Anne, no soy capaz de moverme, quiero desaparecer, eso quiero, y también meterle una media en la puta boca a ese hombre, para que no ande diciendo sandeces.

No miro a Anne, solo bajo la cabeza y camino rápidamente a mi habitación, soy capaz de no dirigirle la palabra a Max en mi vida, con tal de no colocar presión en ella.

No quiero herirla, no quiero que se sienta mal conmigo, ella sabe perfectamente que veo a Max como un hermano, nada más.

Me hundo en mi cama con todo y ropa, saco las sandalias de mis pies y tomo la sábana para quedarme dormida en cuestión de segundos…

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