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C5 Capítulo 5

A la mañana siguiente me encuentro corriente por la universidad, necesito llegar con cinco minutos de anticipación al examen, porque quiero entregar de manera personal el ensayo que me ha pedido el señor Sliking sobre el impacto ambiental que han dejado las mega empresas, y el aporte ecológico que pueden brindar si así lo desean.

No he consultado este proyecto con Ángelo, inclusive si no lo acepta lo propondré a alguna otra empresa que quiera emprenderlo, sé que es una buena propuesta y me gustaría mucho que los Ankarali pudieran ejecutarla.

—Señor Sliking, quería darle personalmente mi proyecto —entrego la carpeta en sus manos.

—Samantha, muy bien lo leeré detalladamente, ¿está preparada para su último examen? —siento cierta satisfacción en su mirada y me hincho de orgullo.

—Sí señor, no lo defraudaré.

Tomo mi asiento, lista para terminar con esta clase, no es la última del semestre, pero si será de esta materia, aunque de pronto cierta nostalgia se asoma, y sé que es una etapa que debo culminar en mi vida.

Necesito ocuparme arduamente en trabajos que requiere el término de las materias que estaré cerrando en tres semanas, ya que estaré ausente la siguiente, por el motivo de la fiesta que dará Steve antes de su boda.

Así que tendré que dejar todo en orden para no tener ningún retraso, Ángelo estuvo de acuerdo en que iría hasta el miércoles a ayudar un poco allá en la empresa, de esta manera podré estar ausente en la universidad siendo el comodín de Ángelo para llegar a Isabella.

¡Perfecto!

—Iremos a almorzar por aquí cerca, debo volver por la tarde —le digo a Anne justo cuando es medio día y la gente está desesperada por comer, entonces ella gira sorprendida por mis palabras.

—¿Volver a la uni? ¿No se supone que debes ir a cumplir tu tiempo de esclavitud con Ankarali?

—No iré hasta el miércoles —digo sin darle mucha importancia.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Ocurre algo?

—No pasa nada, Anne —me detengo en la cafetería, me adentro en el lugar y tomo un lugar para las dos.

—¡No señorita!, ¡usted me va a contar que está pasando! —y con su mano quita la carta de mis manos.

Yo ruedo los ojos, sé que ella no desistirá de lo que sea que esté haciendo.

—Anne, no es nada —miento a propósito, porque siento vergüenza de mí misma, no podría contarle lo sucedido, «no podría», recibiría una cachetada de su parte y realmente la merezco—. La otra semana tengo que viajar con Á Ángelo, hay unos negocios que se presentaron de emergencia, para eso era el evento del sábado y no se pudo resolver, así que hablé con los profesores y me adelantarán algunos horarios para compensar la semana que faltaré.

Ella achica sus ojos y me mira de manera perspicaz, estoy haciendo todo el esfuerzo para parecer serena y relajada frente a ella; porque necesito salir de este asunto sin que nadie hable más nunca de lo que va a suceder, y de lo que haré por ayudar a Míster Olafo.

—Supongamos que te creo, ¿iras sola con él? ¿Dónde se quedarán?

—Como lo hacemos siempre, en un hotel y no tendremos ni un respiro siquiera para comer, esa es toda la diversión que puede recrear tu mente, así que asunto concluido —digo ofreciéndole una sonrisa.

—Bien, entonces pidamos rápido, sé que esta semana será intensa para ti —con una mano llama al camarero.

¡Excelente!, pasé la prueba con Anne, de esta misma manera espero pasar la situación que se me avecina.

***

—¡No te vayas, por favor!

—Debo hacerlo Sam, necesitamos arreglar esta pesadilla.

—¿Cómo me contacto contigo?

—Siempre lo haré yo, debemos aclarar muchas cosas antes de ponernos en evidencias, te pido seas fuerte.

—¡No me dejes, no quiero estar sola!

—¡No estarás sola!, yo estaré al pendiente de ti, al principio no podré enviarte dinero, pero apareceré, te lo prometo.

—Te voy a extrañar mucho, Joshua ¡Te necesitaré!

—No llores nena ¡No me hagas esto!

—Por favor, no demores.

—Te amo, no lo olvides mi Sami…

—Sam, despierta, despierta, anda… ¡Es otra pesadilla!, tranquila —lentamente abro los ojos y veo como Anne está sentada en mi cama con una mirada un poco aterrada.

—¿Qué pasa? Por qué me miras así —pregunto al verla un poco alterada.

—Estabas gritando, ¿Te encuentras bien? —pregunta acariciándome el cabello.

—Sí… Debió ser… O-otra pesadilla, no te preocupes…

Ella solo asiente, y me hago a un lado para que pueda recostarse en mi cama. Prendo la luz de mi teléfono y marcan las cuatro de la mañana. En unas horas tendré que ir a la empresa y solo de imaginarlo siento ansiedad.

Quiero saber cómo está Ángelo, desde el sábado ni siquiera un texto me ha enviado, nada, sé por consecuencia que hay incomodidad entre nosotros; no obstante, yo haré como si no estuviera pasando nada, como si ni siquiera me hubiese percatado de algo, como si no sintiera nada.

Me haces tanta falta Joshua, quisiera que estuvieras aquí.

Después de unas horas más, me subo al ascensor y marco el piso 20 de manera mecánica. Esta vez puse más empeño que el de costumbre en arreglarme «además porque estoy levantada desde las cuatro de la mañana».

Bajo del ascensor y comienzo a quitarme la chaqueta, arreglo mi cabello con los dedos y veo que alguien está sentado en mi oficina que queda expuesta nada más entrar al piso.

Aminoro mi paso y voy descubriendo que se trata de un hombre.

¿Adriel?

—Disculpe que… —digo, pero él se da la vuelta de manera galante.

Sí es Adriel.

—Cada vez que te veo, eres más hermosa ¿acaso desayunas flores o pedazos de cielo? —no puedo resistir la risa que me provoca, por más que trato, suelto una carcajada ante su forma de hablar.

—En serio te pasas —digo a medias tapando mi boca.

—¿Cómo estás, preciosura? —pregunta tomando mi rostro y me besa en la mejilla.

No puedo evitar sentir cierta pena, no he podido compartir lo suficiente con Adriel por todo lo que tengo acumulado, trabajo, universidad, Ángelo …

—Y esta sorpresa… ¿A qué se debe? —pregunto.

—Pues… vine hacerte una propuesta.

¿Propuesta?

—No te entiendo, Adriel —confieso.

—Si quieres podemos tomar algo, y así voy…

Pero sus palabras se cortan instantáneamente y su mirada se desvía por encima de mi hombro.

—Hermano que gusto verte —Adriel pasa por mi lado y da un abrazo a Ángelo un poco exagerado.

Giro en su dirección y mantengo la calma al verlo; está allí normal recibiendo el abrazo de Adriel sin siquiera mirarme.

—¿Qué tal estás? ¿Por qué no me llamaste? —dice Ángelo de manera perspicaz.

—Ammm, pues porque no vine a buscarte a ti, la vine a buscar a ella —responde Adriel señalándome

—¿Qué?

El rostro de Ángelo se tensa de forma muy obvia y a la vez es transmitido el gesto a mi rostro.

—Entra conmigo a la oficina, Adriel —sentencia y de esa manera desaparece de mi vista.

—No tardaré mucho, lo prometo —dice Adriel guiñándome el ojo, hasta que desaparece también de mi campo de visión.

Suerte con eso…

Me dispongo a adelantar todo el trabajo posible.

No sé de qué estarán hablando, pero llevan veinte minutos dentro, vuelvo a observar la hora en mi reloj de pulsera, y envió un mensaje de texto a Anne.

“Guárdame cena, ya estoy hambrienta…” Sonrío y envío el texto.

Un portazo me da un susto terrible, veo como Adriel sale sin siquiera despedirse de mí de la oficina de Ángelo. Me levanto de pura impresión e inmediatamente me dirijo a la oficina de Míster Olafo, porque sé que en este momento ese es el que domina su cuerpo.

—¿Está todo bien? —pregunto de manera cautelosa caminando hacia su escritorio—. Adriel no parecía nada contento…

—Sí, está todo en orden —contesta desde su silla. Está inmutable, sin un rastro de gesto sobre su cara.

Por Dios…

Ni siquiera es capaz de dirigirme la mirada o tener la decencia de hablar conmigo por preocuparme. Nada.

Bien, yo prometí que esto no me importaría para nada

—Ok, muy bien, entonces seguiré en lo mío —me dirijo a la puerta.

—Samantha… ¿Tienes todo listo? —pregunta en tono seco, yo doy la vuelta para mirarle.

—¿A qué te refieres con que tengo todo listo? —me hago la tonta a propósito.

—Me refiero a la universidad, a tu vida ¿Dejaste todo arreglado para la semana de ausencia?

—Ammm, ¿eso? Sí, ya estoy dejando todo listo —lanzo de forma despreocupada y veo como su ceño es fruncido.

—Yo quería preguntarte ¿Está todo bien? —pregunta con interés.

No, para nada, me siento terrible desde el día que me contaste lo que me contaste, no quiero hacer esto contigo, no quiero fingir con nadie, y lo más importante no quiero que me utilices para llegar a tu exnovia, así que no está nada bien.

—Sí… ¿Por qué lo preguntas?

—Porque sé que estás haciendo un esfuerzo en contra de tus principios. Sé que no estás cómoda Sam, te conozco.

Entonces liberarme de esto.

—Esto es importante para ti, solo que…

—Lo único que quiero es que confíes en mí —se levanta de su silla y camina hacia mi dirección.

Es momento de huir, no te detengas, no escuches.

Ángelo toma mi mentón y lo alza, literalmente una oleada de calor invade mi cuerpo.

—Responde a todo lo que haga, yo iré explicándote, no podría confiar en otra persona para esto, Sam —su mirada es de tortura, está sonsacándome con esos ojos color miel.

—Ya te dije que lo haré ¿por qué tanta ansiedad? —repongo, más que todo para tranquilizarlo, para tranquilizarme, para colocar una careta de indiferencia a algo que no está bien.

—¡Muy bien!, no me preocuparé entonces —de esa manera corta su contacto y se dirige al ventanal—. Salimos el domingo por la tarde a New York, creo que lo mejor es que dediques todo el tiempo a la universidad y no dejes pendientes… Yo estaré comunicándome contigo.

No veo su rostro, solo puedo ver su espalda y diviso como coloca sus manos entre los bolsillos, «algo le incomoda», pero si de esas hablamos, yo soy la que corro más peligro en esta locura.

Yo estoy peor que él.

Tengo miedo, miedo a que yo quede atrapada en este cuento. Pánico, del puro, del que te hace temblar por dentro.

Solo de pensar que en algún momento de este fingir yo pueda tener un contacto con él y que a la larga se salga de mis manos. Quedaría atrapada. Sin salida. Y sin futuro.

Y por Dios que le prometí a Joshua que nada me detendría para alcanzar nuestro objetivo, un objetivo que no puede fallar, no en esto.

—Quiero hacerte unas preguntas… Antes de retirarme —consigo pronunciar.

Debo estar firme sin titubear, porque, aunque daría mi vida por este hombre que se la jugó conmigo, debo dejar las cosas claras, sobre todo para mí.

Él gira sobre sus talones, pero no avanza, solo achica sus ojos como suele hacer cuando está a la expectativa.

—Adelante —dice de forma pausada.

—Si es la boda de Steven… estoy segura de que toda tu familia estará allí —afirmo.

—Así es, Steven los invito a todos…

—Bien. Entonces, ¿qué pasará con tu familia?, ¿Cómo podremos mentirles? ¿Qué le diremos luego?

Esto es lo que más me preocupa. Esta es la primera y una de las más importantes preguntas que debo hacer, porque no sé cómo rayos saldrá Ángelo de este embrollo. Ni yo.

En su gesto veo que se asoma una sonrisa. Una que hace ladear su cabeza de lado y lado y puedo hasta afirmar que le divierte.

—Steven, papá, mamá, amigos, conocidos, Isabella, Adriel —acentúa—. Pensarán que es todo en serio, solo tú y yo sabremos la verdad.

—¿Y luego qué? —pregunto de nuevo exteriorizando todas mis dudas.

Veo como su ceño se frunce de manera automática al yo terminar la frase, sus pies se mueven ágilmente hacia mí y yo trato de mantenerme lo más erguida que puedo.

No sé. Pero desde el inicio en el que conocí a Isabella algo se transformó en mí, no logro sacar de mi mente las palabras “hace diez años la conocí” no dejo de pensar una y otra vez “quería formalizar mi relación”.

No puedo.

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