Una segunda oportunidad/C2 CAPÍTULO II
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C2 CAPÍTULO II

Melina abre los ojos y se encuentra con la oscuridad. Se incorpora desde el frío suelo de concreto donde yacía. Con la pared a su espalda, se recuesta en ella y abraza sus rodillas, escudriñando la penumbra, preguntándose dónde se encuentra. Intuye que está bajo tierra, la ausencia de ventanas es una pista clara. Más allá de eso, no puede discernir nada más sobre la habitación.

Su mente vaga y reflexiona sobre lo que Thomas querría decir con hacer las cosas por las malas. Siente curiosidad, temor incluso, sobre si los rumores acerca de hombres como él serán verdad. Se le eriza la piel solo de pensarlo. Si son ciertos, su futuro no se presenta nada halagüeño.

Pensar en Thomas la lleva a imaginar cómo sería su vida si no hubiera sustraído aquel dinero por James. Melina habría tenido una existencia plena. Estaría cursando sus estudios de enfermería, su pasión por ayudar a los demás la habría llevado a cumplir su sueño de ser enfermera. Habría podido desmentir a aquellos que insistían en que solo podía valerse de su belleza para avanzar en la vida.

Melina sería feliz al lado de Thomas. Suspira y se seca las lágrimas de las mejillas. Anhela poder enmendar el pasado, pero es consciente de que es imposible.

Recordando el día que conoció a Thomas, una sonrisa melancólica asoma en su rostro.

(Un año atrás)

"James, me aseguraste que Justin sería el último. No quiero hacerlo más", suplica Melina, con los ojos inundados en lágrimas.

James era su esposo, pero la forzaba a seducir a hombres para enamorarlos y luego estafarlos. Melinda se resiste a seguir ese camino, pero junto a James, no tiene alternativa.

"Sé lo que te dije, amor, pero te juro que esta es la última vez. Después de esto, tendremos todo el dinero que necesitamos", le dice James, acariciándole la mejilla. Ella se estremece con su caricia y finge una sonrisa, esperando que él no note su repulsión.

"¿Prometes?"

"Prometido", le asegura él, depositando un beso en su frente.

"Muéstrame su foto otra vez, ¿quieres?" Se acomoda más cerca de él en el sofá. Él le vuelve a mostrar la imagen del hombre al que pretende que ella seduzca. Melina sonríe al contemplar al atractivo sujeto. James también es muy guapo, con su cabello rubio y ojos azules, pero este hombre lo eclipsa. La sonrisa se desvanece de su rostro al pensar en James. Espera que no la haya visto sonreír al mirar la foto del hombre. Sus manos, de manera involuntaria, se dirigen a la reciente cicatriz en su brazo, acariciándola mientras las lágrimas comienzan a inundar sus ojos.

"Se llama Thomas Costanzo. Es uno de los hombres más acaudalados de Italia y de Estados Unidos", comenta James, su voz teñida de avaricia.

"¿Estás tan seguro de que el plan funcionará?"

"Confía en mí, eres irresistible", dice él, mientras su mirada recorre el cuerpo de Melina. Ella se retrae, sintiéndose algo incómoda.

"No me veo tan hermosa."

"Créeme, sí lo eres." James toma su mano y la guía hacia su entrepierna, donde se percibe su excitación creciente. Ella retira su mano despacio, deseando que él no busque tener sexo en este momento. Todavía está recuperándose de la noche anterior.

Melina exhala el aire que había estado conteniendo cuando James toma el control remoto y enciende la televisión. Su sala de estar es encantadora, con sofás grises que hacen frente al televisor inteligente colgado en la pared blanca. Una planta vistosa se sitúa al lado, añadiendo un toque de color al espacio.

James estira las piernas y las coloca sobre la mesa de centro marrón, a juego con el mueble del televisor. Se levanta del sofá y camina hacia el dormitorio de su lujoso apartamento. Quiere distanciarse de él antes de que se arrepienta y le demande sexo. Su dormitorio es hermoso, con paredes pintadas de gris y arte vintage adornando la pared sobre la cama de tamaño king. Se acuesta, preguntándose si alguna vez llegará un día en que no tenga que preocuparse por estas cosas. No merece vivir atemorizada.

Aquella noche, James y Melina salieron de su hogar rumbo a la fiesta organizada por Thomas Costanzo. Melina anhelaba que todo transcurriera según los deseos de James para evitar problemas. Se presiona los labios y se revisa en el espejo de mano, comprobando que su apariencia es impecable. El auto se estaciona frente al Hotel Costanzo.

"Luces perfecta; vamos." James se baja del coche y ella lo sigue. Él viste un esmoquin negro, mientras que ella luce un deslumbrante vestido de tul color champán con bordados hechos a mano. Él toma su mano y juntos se dirigen al salón de baile, de la mano.

Recorren el lugar saludando a algunos conocidos. Melina, en especial, escudriña la sala en busca de Thomas. A pesar de ser el anfitrión, resulta sorprendente su ausencia. Ya ha pasado una hora desde que llegaron a la fiesta y Thomas sigue sin aparecer. Cansada, Melina decide alejarse de la multitud para sentarse. Apenas da un paso cuando James la detiene.

"¿A dónde crees que vas?", pregunta él, sujetándole la mano.

"Me duelen los pies. Necesito sentarme un poco." Ella contiene el impulso de retirar su mano, sabiendo que eso solo lo irritaría más.

"Descansa diez minutos y regresa." James la suelta y se gira de nuevo hacia el grupo.

Melina se frota la muñeca, deseando que no le quede un moretón para el día siguiente. En su camino hacia los asientos, una amiga del colegio se le acerca.

"Hola, Melina", Claire la saluda con un beso en la mejilla y un abrazo. Melina no se sorprende al ver a Claire, ya que después de graduarse del colegio, ella se mudó de Chicago a Los Ángeles. Claire fue quien les presentó a James y a ella a la mayoría de sus conocidos en la ciudad.

"¿Qué tal estás?"

"Bien, ¿y tú?"

"Estoy..." Melina se corta cuando alguien le rodea la cintura con un brazo. Su cuerpo se tensa al reconocer el contacto. James desvía la mirada de Claire tras ofrecerle una sonrisa forzada.

"¿No habías dicho que te ibas a sentar? ¿A qué viene estar aquí charlando con Claire?" James le susurra a Melina con los dientes apretados.

"Claire, ¿nos disculpas un momento? James y yo necesitamos hablar a solas."

"Por supuesto, nos vemos después." Claire se aleja de la pareja.

"Es que ella..." Melina intenta explicar que fue Claire quien la detuvo, pero James no le da tiempo y la interrumpe de nuevo.

"Ven conmigo." James toma su brazo con fuerza y la arrastra lejos de la celebración. Melina intenta zafarse sin éxito. James aprieta más y sus uñas se clavan en la muñeca de ella.

El rostro de Melina palidece al divisar la entrada del salón de baile. Se desespera por soltarse, clavando los talones en el suelo.

De pronto, James la suelta. Confundida, Melina se gira para entender la razón y lo ve fijamente observando a alguien. Ella sigue su mirada y también se queda pasmada. Es Thomas. Sus intensos ojos azules son aún más impactantes en persona. Sus largas y espesas pestañas parecen abanicar su rostro cada vez que parpadea. Su nariz es alargada y afilada. Posee una mandíbula marcada, angulosa y perfectamente definida. Pero lo que más sobresale son sus labios, tan bellos, carnosos y de un suave tono rosa. Melina se humedece inconscientemente los suyos ante tal visión.

Lanza un grito cuando, inesperadamente, James la empuja al suelo frente a Thomas. Se gira para confrontarlo, pero James ha desaparecido.

"¿Te encuentras bien?" La voz grave y ronca de Thomas la sobresalta. Él se inclina y la ayuda a ponerse de pie.

"Sí, gracias." Melina se sacude el vestido y las manos, con una mueca de dolor al tocar su codo.

"Veo que te has lastimado aquí." Thomas toma su brazo delicadamente y Melina siente un cosquilleo al contacto. Intenta retirar su brazo, pero Thomas lo sujeta con suavidad y examina la lesión. "Deberías hacer que te lo vean."

"No hace falta, es solo un rasguñito", dice Melina, bajando el brazo y haciendo una mueca de dolor.

"Te estremeces porque te duele, admítelo, estoy en lo cierto", dice él con una sonrisa, sin quitarle la mirada de encima.

"Supongo que tienes razón".

"Ven conmigo", dice tomando su mano, y ella siente de nuevo esa chispa. Melina lo mira a los ojos y puede decir que él también la siente. La mirada entre ellos es intensa. Solo desvía la vista cuando sus manos comienzan a sentirse pegajosas por el sudor, pero no suelta la suya.

"Vamos", dice Thomas guiándolos hacia la salida.

"¿A dónde me llevas?"

"A que te vean ese codo".

"Ah".

"¿Cómo te llamas, Bella?" pregunta Thomas mientras pulsa el botón del ascensor.

"Melina. Melina Davis". Suben al ascensor que acaba de llegar.

"Encantado, Melina Davis. Soy Thomas Costanzo". Le sonríe con calidez, manteniendo la mirada fija en ella.

"Igualmente, encantada".

Melina baja la vista hacia sus manos entrelazadas mientras están en el ascensor. Se pregunta por qué él no la suelta, pero no puede negar que está contenta de que así sea. Sus manos son cálidas y su contacto reconfortante. Por primera vez en la noche, Melina sonríe y se permite disfrutar del momento junto a Thomas Costanzo. Ojalá el ascensor nunca llegara a su destino.

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