Ven... a mi/C5 Capítulo 5
+ Add to Library
Ven... a mi/C5 Capítulo 5
+ Add to Library

C5 Capítulo 5

Melissa.

Dos meses, creo que es poco tiempo, ¿no? Sin embargo, cuando recordé la euforia en las palabras de Aroa hace unas horas atrás, al describir a la novia de su hermano mayor, consigo preocuparme realmente.

Mi preocupación, analizando bien, parte de varios puntos; pero la más significativa es que no solo son los meses escasos, —para mí— en el cual llevan saliendo la tal Dafne y Luc. Es más bien de qué, en ningún momento de nuestras pocas conversaciones, —debo confesarlo—, él, no me ha dicho nada en lo absoluto.

Y no es que él tenga que rendirme pleitesía de su vida, porque yo soy la mínima persona que puede exigirle. Es más bien nuestra confianza tan absoluta, que está noticia me ha caído como una patada en el hígado.

Me tuve que controlar frente Aroa, sonriéndole, pareciendo que me divertía mucho la noticia, diciéndole que de mi parte no tendría problema, y que por supuesto esperaría a que Luc me contara los detalles.

¡No sé cómo carajos voy a aguantar!

Pero lo que quiero, lo que realmente deseo, es verle su expresión cuando me hable de ella, quiero saber exactamente de qué se trata todo esto, y lo más importante, si es alguien pasajero para él.

Casi estoy segura, que es esto último, y eso me da alivio de cierta forma.

Luciano es muy reservado en su vida personal, de hecho, ni sus hermanos saben muchas cosas de él en cuanto a citas, y yo por supuesto, se las he arruinado todas. La verdad es que ninguna me ha parecido ideal para él.

¿Será por ello, por lo que no me habló de la tal Dafne?

«¡Puede ser!»

—No has comido nada ¿Está todo bien? —pregunta mi madre sacándome de mis pensamientos.

Levanto la mirada observando la media sonrisa de Andrés hacia mí, tratando de despabilarme y volver a la realidad.

«¿De qué estaban hablando?»

—Ammm, no, estoy bien, Ma, solo que tengo mucho trabajo pendiente. ¡La cena está deliciosa!

—Ni siquiera has tocado tu comida.

La voz de mi padre, algo baja, me hace observarlo con detenimiento. Las bolsas en sus ojos, más su bajo ánimo que se ve por encima, me alerta de inmediato.

—¿Qué te ocurre? —pregunto con preocupación.

—Pues, si no has escuchado, te lo repito. Sara se irá de casa —dice Andrés muy despacio.

¡¿Qué?!

Mi mirada viaja rápidamente al puesto de mi hermana, que está comiendo de su plato como si nada estuviese pasando, como si ni siquiera estuviesen hablando de ella.

—¡¿Cómo que te vas?! —pregunto casi gritando. Ella alza su rostro de lo más galante asqueada con mi tono.

—Así como lo escuchas, simple, normal. Tengo 27 años, soy una mujer bastante grandecita y quiero mudarme a un apartamento. A mi apartamento propio.

—Pero, no lo consultaste con nosotros… —refuto.

—¡¿Qué?! ¡¿Y más o menos por qué debería consultarlo contigo?!

La forma de hablar de Sara me exaspera en gran manera, tan desentendida de nuestra familia, tan despegada.

—No estoy hablando de mí personalmente, Sara —repongo—. ¡Hablo de nosotros como familia!

—¡¿Y tú me hablas de familia?! —dice levantándose furiosa.

—¡Ya basta! —expone mi madre, mientras que papá solo está sentado en silencio. Y mi hermano suspira colocando sus manos en el rostro.

—¡No, mamá! ¿Y sabes por qué? —Mi hermana se vuelve a dirigir a mí señalándome—. Porque tenemos más de una hora teniendo esta conversación, que aparte de que tú llegaste tarde, no has prestado ni mierda de atención a nada de lo que se habló en esta mesa—. Ella me señala—. ¿Y quieres que te diga por qué? ¡Porque a ti no te importa nadie! ¡Solo piensas en ti!, en tus cosas; y cuando te pasa algo, ¿adivina qué? Entonces todos tenemos que socorrer a la niña que se lastimó, ¡Y ya estoy harta de todo esto!, ¡Y estoy harta de ti!

El silencio que prosigue es tal, que puedo escuchar mi propia respiración, el latido de mi corazón en los oídos, y hasta puedo palpar la vergüenza y el dolor que mi hermana me ha causado con sus palabras.

Entiendo que no nos llevamos bien, pero estar harta de mí ya es otra cosa.

Sara arrima la silla con sus piernas hacia atrás, y se va totalmente del comedor. Yo en cambio me siento lentamente en mi puesto con la visión nublada por las lágrimas. Realmente las palabras de mi propia hermana me han hecho daño, a tal punto de reconocer que cierta parte de lo que dijo es totalmente cierto.

No pude escuchar nada de lo que estaban hablando, estaba ensimismada en el problema que se ha ido agigantando con Luc, que por más que trato no deja de perturbarme cada día. Pero en ningún momento fue mi intensión hacer a un lado los intereses de ella.

El suspiro de mi padre hace que lo vuelva a observar, mientras que los demás no sueltan ni una palabra, y menos para mi defensa. Seco mis lágrimas rápidamente sin hacer más caso a lo que pasó hace unos segundos.

—Lo siento —digo bajo—. He tenido algunos inconvenientes que han tenido mi cabeza ocupada….

—No te preocupes por Amargura en persona hermana, si ella quiere independizarse es su problema.

—¡No hables así de tú hermana, Andrés! —interviene mi madre en defensa de Sara.

—Mamá, solo digo que…

—Siempre quise que mis hijas salieran de su amada casa con su esposo a su lado —las palabras de papá callan a todos al instante.

Entonces me levanto de la silla y voy hacia él para abrazarle por la espalda, colocando mi mentón en su hombro.

—Puede que ella se retracte… Seguro está enojada conmigo nada más, papá —digo consolándolo—. Últimamente he estado enojando a todos a mí alrededor. Lo resolveré.

Le doy un beso en su cabeza, y aunque mamá comienza a llamarme, junto con alguna que otra broma de Andrés, me retiro del comedor sin haber probado bocado en la cena.

Las palabras de mi hermana quizás hicieron una herida profunda en mí, y aunque me gustaría entrar a su habitación para resolver el problema que a ella tanto le aqueja, decido porque hoy no es un buen momento para hacerlo.

Creo que hay muchas cosas en mi cabeza como para mantener una conversación con Sara, junto con su aplastante personalidad. Primero necesito colocar mi mente en orden, darme un baño relajante y descansar, esperando que mañana sea un mejor día para poder hacer frente a todo lo que tengo que resolver.

Sin darle más larga a todos estos asuntos.

***

A la mañana siguiente, llego a la oficina más temprano de lo normal para poder ponerme al día y lidiar con el mal humor de Alice, —que yo misma causé—. A pesar de que he tenido días no gratos, hoy me siento con mayor ánimo y muchas ganas de poder resolver todo lo que me ha estado quitando la paz.

Mataré tres pájaros de un solo tiro. Y eso lo haré hoy mismo.

Luego de observar la portada de revista que se publicará en unos meses, hago las correcciones y ajustes que Alice pidió para último momento, haciendo un círculo en un espacio bastante visible de la portada, donde estará la primicia de restaurantes Mancini. Entonces tomó el teléfono y marco el número que conecta con Alice.

—Me sorprende que ya estés en el trabajo —contesta seca, pero sé que detrás de eso, hay una mujer bastante satisfecha por la hora de mi llegada.

—Gracias por tu cumplido, sin embargo, no todo es bueno. Necesito la tarde, tengo de un ala lo que quieres.

—Imaginé que no sería gratis estas horas de anticipación —dice atropelladamente.

—Hoy es el día perfecto —me adelanto ante su reproche—. Justo los viernes, todos toman todo más relajado, esperando un fin de semana de descanso. La entrevista será más espontánea.

Trato de que esto me sume puntos.

—Bien, entonces después de medio día, te quiero fuera…

—¡Está muy bien! —Contesto con una sonrisa en la boca—. Entonces hasta el lunes, Alice.

—Melissa…

—¿Sí?

—Espero que todo esto valga la pena.

Las últimas palabras de Alice me dejan un poco pensativa, mi mente me está jugando una mala pasada, en algún punto estoy llevando las cosas al análisis profundo de cada situación, de lo que me ha estado ocurriendo últimamente.

Mi celular vibra, y en la pantalla aparece el nombre de Erick como llamada entrante. Aunque no tengo ningún problema con mi novio, en este momento no tengo el tiempo ni las ganas de hablar con él. Necesito terminar todos mis pendientes en la oficina para aprovechar la tarde por completo. Me aseguraré de que cuando acabe todo esto al final de la noche, le compensaré por todo.

Arreglé una cita anónima con Sara, ella estará en la oficina principal que Luc reservó para ella, y en donde se reúnen para todo tipo de planes. Mi hermana no sabe que soy yo quien irá a hablar con ella, y eso me pone los nervios de punta. Pero lo mejor de todo esto, es que allí en la otra oficina continua de la de Sara, estará Luc.

Por lo tanto, luego de que resuelva mis problemas con mi hermana, nada impedirá que hable con Luc.

Estaciono con cierto temblor en las manos, apago el auto, y como por acto de reflejo, me miro al espejo mientras el aliento sale de mi cuerpo. No me esmeré mucho en lo que llevo puesto; ya que Alice tiene una obsesión porque sus empleados vistan de negro completamente, y de preferencia con pantalón y en el caso de mujeres, zapatos altos.

Quito la coleta alta que me había hecho por la mañana y la mata de cabello cae de inmediato. Me pellizco un poco mis mejillas y coloco labial seco en mi boca.

De cierta forma y aunque provoca reírse, esto me da un poquito de fuerzas.

Anuncio mi llegada en la planta del edificio, y de una vez, esto me lleva a la oficina de Sara. Pero justo cuando voy pasando a dicha dirección veo a través del cristal opaco a Luc, —en su oficina—, riéndose a carcajadas, jovial y con picardía con una mujer a la que solo veo de espaldas.

El corazón se me detiene al instante.

Como si le hubiesen avisado, él levanta su mirada y la conecta con la mía al instante, mientras su rostro cambia de una alegría inminente a una de terror.

Y yo soy la causa. La causa de su mala cara.

La mujer con la que está, en cuestión de segundos se da la vuelta sin esperar, entonces en ese momento la observo, para darme cuenta de que es muy hermosa… y que todo comienza a ser lento para mí…

Report
Share
Comments
|
Setting
Background
Font
18
Nunito
Merriweather
Libre Baskerville
Gentium Book Basic
Roboto
Rubik
Nunito
Page with
1000
Line-Height