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CAPÍTULO DIEZ

Dos años y medio más tarde.

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La pareja irradiaba un brillo especial; la mujer, de rostro ovalado y vestido blanco que delineaba su esbelta figura, proyectaba una imagen de pureza angelical. Aunque se apreciaba una ligera preferencia por una de sus piernas, su mano se aferraba a la del hombre. Él, vestido con un traje gris carbón