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CAPÍTULO SETENTA Y CUATRO
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"¡Tienes que estarte quieta o no tendremos más remedio que sedarte!". advirtió uno de los médicos a Tina, que luchaba por incorporarse a pesar de los varios tubos conectados a su cuerpo.
"¡Tengo que verle! Todo es culpa m..mía ¡Él se la llevó!" Las lágrimas se filtraron de los ojos de Tina mientras la culpa la abrumaba profundamente