C1 Capítulo 1

Bethel se quedó mirando por la ventana y observó a dos adolescentes vestidas de sirvientas, charlando y riendo a carcajadas. La melancolía se apoderó de su corazón; no podía evitar preguntarse cómo sería reír de nuevo, compartir con amigos, expresarse, sentirse libre.

Una lágrima rodó por su mejilla, y rápidamente la limpió.

"¿Por qué? ¿Por qué tuvo que entregarme mi padre a cambio?", sollozó.

"¡Si tan solo no hubiera salido!", se lamentó con desesperación y se desplomó en su celda, una celda fría y desolada.

Había pasado un mes desde que estaba allí, y no había vuelto a ver a su captor, solo lo había visto una vez, y fue cuando la secuestró.

**************

"¿Dónde está mi dinero, Alberto?" exigió Harry, con una presencia que infundía temor. Todos le temían, y sus ojos destilaban una frialdad implacable mientras hablaba con el hombre mayor, que resultaba ser el padre de Bethel.

Esa noche, Bethel había escuchado su conversación a escondidas y podría jurar que nunca había visto unos ojos tan desprovistos de calor, llenos de un odio crudo y profundo.

"Yo... yo... te pagaré, por favor, dame más tiempo", suplicó el padre de Bethel.

"(se burla) Dices que me pagarás, pero ya has planeado huir del país. ¿Quién hace eso?", cuestionó Harry, con una mirada glacial.

"No me escapé, nunca planeé huir", afirmó Alberto, y fue en ese momento cuando Harry se quitó la máscara. Bethel se quedó boquiabierta al verlo; nunca había imaginado que el famoso Harry Corna fuera un joven. Ella pensaba que tendría unos 40 años, jamás se le ocurrió que pudiera ser tan joven, parecía de 26. Sus pestañas se destacaban orgullosas sobre sus pómulos, su piel era perfecta, sin una sola imperfección, y llevaba un tatuaje distintivo en su mano izquierda; era deslumbrantemente guapo.

Bethel, absorta en su contemplación, se deslizó sin querer de su escondite. Harry se giró al instante hacia el lugar de donde procedía el ruido de su caída.

Sus miradas se encontraron.

Un escalofrío recorrió el brazo de Bethel cuando la intensa mirada de Harry perforó sus ojos; nunca había presenciado un odio tan visceral en la mirada de nadie. Harry desvió la vista y sus guardias rápidamente la arrastraron, colocándole una cadena alrededor del cuello...

"¿200 millones de dólares? ¿Cómo pretendes pagarme? ¡Incluso planeas huir viajando al extranjero!" exclamó Harry.

"Planeaste con mi criada asesinarme, ¿cómo vas a redimir tus pecados?

"Si tanto adoras a tu hija, ¿no debería ella compensar convirtiéndose en mi esclava? Señor Alberto, supongo que está de acuerdo, ¿verdad?" preguntó Harry con una voz firme.

Con lágrimas en los ojos, mi padre me miró; había tomado prestado el dinero para la operación de mi madre, pero lamentablemente ella falleció.

"Acepto", dijo mi padre, y así fue como me llevaron.

**************

Las lágrimas volvieron a nublar la visión de Bethel.

Había estado en la celda, sometida a las demandas de una esclava, estuviera su captor presente o no.

Justo cuando Bethel intentaba cerrar los ojos, la puerta de la celda se abrió de golpe y escuchó pasos pesados que se acercaban. Sabía quién era.

Era una mujer de mediana edad,

la misma que le había dictado sus deberes como esclava.

"Levántate. Sígueme", ordenó la mujer.

Bethel se puso de pie, exhausta, con sus ropas ahora en harapos, y siguió a la mujer.

Un destello de esperanza cruzó su mirada al salir por primera vez de la celda abarrotada; ansiaba escapar y, mientras caminaba detrás de la mujer, inspeccionaba todo el edificio. La mansión era tan vasta que le resultaba extremadamente difícil encontrar una salida.

"Isabella", llamó la mujer al llegar frente a una suite en particular.

"Sí, señora", respondió una joven de la edad de Bethel.

"Limpia a la esclava y después llévala a la suite de Harry."

"De acuerdo, señora."

Bethel se plantó frente a la mujer, desafiante, con los ojos empañados de lágrimas. "¿Y qué se supone que haga en su habitación?", exclamó con voz elevada.

"Él hará contigo lo que desee", fue la respuesta que recibió.

"¡Te imploro, ayúdame a escapar!", rogó, manteniendo firme su postura desafiante.

"Mejor no lo hagas esperar", la respuesta que le dieron le atravesó el corazón.

...

A pesar de que Bethel intentaba ignorar el sonido de sus propios pasos arrastrándose por el suelo, no podía dejar de notar el sudor de sus palmas. Sollozó.

"¿Qué se espera de mí como su esclava?"

El zumbido en su oído persistía, recordándole las palabras de la jefa de las sirvientas, y sus manos sudaban aún más mientras seguía a Isabelle. No había escapatoria de esa cita.

Entraron completamente en la suite, donde había otras diez criadas, todas vestidas con uniformes impecables, luciendo elegantes y pulcras.

"Es la esclava del amo", anunció Isabelle, alargando la palabra 'esclava'.

Las lágrimas de humillación brotaron de los ojos de Bethel.

"Una esclava sexual", se burló Ariana.

"Veamos cuánto tiempo resiste", añadió Fiona.

"Hola, soy Anna", se presentó la chica de piel acaramelada, con un tono más amable.

"¿Por qué esa cara tan seria? No es tan malo trabajar como esclava sexual, al menos recibirás un pago", comentó Ariana.

"Vamos, vamos a limpiarla", dijo Gloria, y las chicas arrastraron a Bethel al baño, donde la metieron en una bañera llena de un tratamiento para el cuidado de la piel.

"¡Quítate la ropa!", ordenó Isabelle.

Bethel se abrazó a sí misma con fuerza. Anna la comprendía perfectamente; dedujo que había sido vendida...

Eso no era propio de Harry; él no compra esclavas, de hecho, detesta la suciedad. Prefiere pagar a trabajadoras sexuales y convertir a las top models en sus juguetes sexuales, a las que reemplaza cada semana.

Anna suspiró.

"Deberías aprender si pretendes sobrevivir como esclava... nadie le hace esperar al amo", sentenció Anna.

Bethel aún sentía picazón en las manos, pero sabía que tenía que sobrevivir... tenía que huir.

Se despojó de sus vestiduras frente a Anna y se sumergió relajada en la bañera.