El esposo del Emperador/C6 Capítulo 6.
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C6 Capítulo 6.

Tae Young observaba con preocupación al Emperador. Luego de confirmar que este tenía pulso y seguía respirando, llamó de inmediato a la Dama Kim para pedirle que se encargara de convocar al médico y, que así mismo se asegurara de que nadie más se enterara de ese hecho, porque no sabía cuántos problemas eso le causaría.

Intentó levantarlo del suelo y llevarlo a la cama, sin embargo, ese cuerpo que ahora habitaba no era lo suficientemente fuerte como para poder alzarlo, y el Emperador no era nada pequeño por lo que fue una tarea en la que terminó jadeando mientras lo arrastró unos pocos metros antes de rendirse, y decidió que el médico lo tendría que examinar en ese lugar, porque no iba a arriesgarse a llamar a un guardia para que lo ayudara.

Cuando el doctor llegó, sus ojos se ampliaron por la sorpresa de ver al Emperador en el suelo, y aunque quiso preguntar qué había sucedido no lo hizo, creía que el Rey Tae Ho lo diría si creía necesario, pero tanto este como la Dama Kim no lo creyeron, así que él no tenía derecho a preguntar.

En realidad, para el médico fue un gran esfuerzo el trasladar al Emperador hasta la cama del Rey Tae Ho, y aunque le pareció sospechoso que ningún guardia hubiera sido llamado para ese trabajo, una vez más tuvo que guardarse sus dudas con respecto a la situación, y tuvo que asumir que estas no iban a ser resueltas, porque cuando preguntó por si sabía lo último que el Emperador consumió, las dos personas sospechosas se miraron entre sí y negaron rotundamente.

Creía que tal vez fue el temor el que hizo que despertara y que su cuerpo estuviera un poco más alerta, sin embargo, cuando el médico dijo que el Emperador solo estaba dormido y que no era probable que muriese, aunque si la dosis de la droga hubiera sido un poco más grande, tal vez su vida sí podría correr peligro.

Luego de aquellas palabras Tae Young pudo respirar tranquilo porque su intención nunca fue matar a nadie.

Después de despedir al médico, Tae Young le pidió a la Dama Kim que se deshiciera de toda la comida, diciéndose que nunca volvería a usar un método tan imprudente para intentar deshacerse del Emperador, que debía de existir otra manera la cual todavía no descubría, pero dudaba que después de lo sucedido en esa noche su esposo quisiera volver a visitar su alcoba en un buen tiempo. Es decir, había escuchado que también podía ser tomado ese hecho como un castigo, el cual él recibiría felizmente.

No pensaba dormir en la misma cama que el Emperador, así que regresó a la sala del té y se sentó en uno de los cojines, intentando mantenerse alerta por si su esposo despertara a pesar de que el médico dijo que lo más probable era que durmiese toda la noche, pero él también había consumido aquella droga, por lo que ya sin preocupaciones mayores, no pudo evitar quedarse dormido.

Cuando sus ojos se abrieron de nuevo la luz se filtraba a través de las ventanas, indicando que el día ya había llegado y, aunque su cuerpo se sentía un poco pesado y algo adolorido porque se durmió apoyado en la mesa en una posición incómoda, no tenía intenciones de volver a dormirse, sino que fue a su alcoba para comprobar que el Emperador seguía con vida, porque sentía que su cabeza seguía estando en juego después de lo que hizo la noche anterior.

Mientras revisaba al hombre en su cama, unas voces conocidas llegaron desde afuera, haciendo que se preguntase sobre qué hora era exactamente.

—Príncipe Won Goo, no corra.

Escuchó al sirviente que cuidaba del príncipe pedir-gritar, su voz sonaba jadeante, como si él mismo estuviera corriendo detrás del niño. Tae Young no pudo evitar sonreír, y abandonó su alcoba para luego dirigirse a las puertas de su palacio, sin embargo, al llegar a estas se encontró con dos guardias que custodiaban su puerta y no parecían tener intenciones de dejarlo salir.

—Tengo el permiso del Emperador para ver al príncipe Won Goo —dijo serio.

—Su Majestad —habló uno de los guardias —perdónenos usted, pero no podemos dejarlo salir, mientras el Emperador...

—El Emperador está adentro y me dijo que podía salir a recibir al príncipe Won Goo.

El hecho de que el Rey Tae Ho empezaba a ser más cercano con su hijo, fue algo que estuvo en la boca de todos durante días, al igual que el día anterior fue el hecho de que el Emperador visitaría su alcoba, así que, aunque tuvieran un poco de dudas, los guardias cedieron, ya que ellos desde su guardia no lo vieron salir, y los anteriores tampoco, además, ¿por qué el Rey les mentiría?

El guardia que antes habló, hizo una reverencia y se apartaron de la puerta y después de semanas Tae Young fue capaz de dejar aquellas paredes que lo mantenían cautivo, sin embargo, no pudo ver al príncipe Won Goo cerca aunque su risa y la voz del sirviente que lo cuidaba se podía escuchar todavía, por lo que se dejó guiar por ellas.

—Príncipe, por favor, salga de ahí, no creo que sea del agrado del Rey Tae Ho verlo lleno de tierra.

Y como llevaba haciéndolo desde antes, el príncipe lo ignoró, él había seguido excavando con sus manos en la tierra de aquel jardín, el cual estaba lleno de flores hermosas, sin embargo, ninguna era la favorita del Rey Tae Ho, y él quería que su papá las tuviera, por eso incluso fue a pedírselo al Emperador y este dispuso que su pedido sería concedido.

En realidad, las flores habían sido trasladadas por el jardinero, pero el príncipe había corrido hasta ahí porque quería ser él quien las plantara, tal vez de esa manera su papá lo querría un poco más, aunque él era muy feliz ahora que sus visitas eran más frecuentes y el Rey Tae Ho no lo rechazaba, sino que le daba su tiempo en lugar de encerrarse en su alcoba.

Cuando Tae Young llegó al jardín, vio al príncipe hincado en la tierra, vistiendo una túnica blanca bastante sencilla, la cual ahora tenía manchas debido a la tierra, así como parte de su rostro también estaba manchado, pero el niño parecía disfrutar lo que hacía, provocándole una sonrisa, porque ante sus ojos esa era una escena más acorde a su edad.

—¡Su Majestad! —dijo sorprendido el sirviente cuando descubrió su presencia, haciendo una reverencia.

Tae Young inclinó su cabeza aceptando el saludo peros sus ojos volvieron al niño en la tierra.

—Príncipe Won Goo, deberías hacerle caso al sirviente Mo.

Al escuchar su voz, el príncipe se colocó de pie algo asustado, mirándolo mientras escondía sus manos sucias detrás de su espalda, incluso con el dorso de su mano limpió sus mejillas intentando lucir presentable pero lo único que consiguió fue más manchas de tierra en su rostro.

Tae Young sonrió mientras caminaba dentro del jardín con cuidado de no pisar su ropa y terminar cayendo. Sacó un pañuelo y se colocó de cuclillas al lado del príncipe, limpiando con cuidado su rostro.

—Príncipe, ¿qué hacías? —inquirió suavemente, no quería que el niño se sintiera regañado.

—Yo... —inclinó un poco su cabeza —quería sembrar flores para su Majestad.

Tae Young miró detrás del príncipe, en la tierra había un pequeño brote de tulipán que parecía haber sido recién plantado, y no tuvo corazón para decirle que no era necesario que hiciera eso. En el poco tiempo que conocía al niño, sabía que seguía intentando ganarse su afecto.

—¿Quieres que los sembremos juntos?

Los ojos del príncipe parecieron iluminarse de la emoción, pero él estaba totalmente de acuerdo con aquello, y bajo la atónita mirada del sirviente Mo comenzaron a sembrar juntos. Tae Young todavía no era capaz de comprender cómo era que el dueño original de ese cuerpo no quería a su propio hijo si éste sólo tenía amor para darle.

La mañana pasó entre risas y en algún punto el sirviente Mo terminó uniéndose a ellos, volviéndose una escena bastante ruidosa que fue lo que terminó despertando al Emperador dentro de la alcoba del Rey Tae Ho, quien en un principio se sintió confundido pero poco después recordó todo lo sucedido en la noche anterior, ¿acaso eso fue un intento de asesinato?

Se levantó de la cama y se acercó a la ventana de la alcoba, las voces se escuchaban tan cerca y al abrir la ventana se encontró con una escena que jamás pensó ver, porque el Rey Tae Ho todavía vestía las ropas del día anterior y aunque su cabello estaba ligeramente desordenado, se podía notar su posición social, así como a su lado el príncipe Won Goo sonreía mientras sus manos se arrastraban por la tierra cubriendo con esta una planta.

Al igual que todo aquel que viera esa escena, no pudo evitar estar sorprendido, porque jamás en su vida vio a un Rey y un príncipe sembrando flores, pero el hecho que más había causado su sorpresa fue ver lo bien que ellos dos parecían llevarse ahora, y recordando lo que le fue pedido la noche anterior, el Emperador solo podía confirmar para sí mismo el hecho de que el Rey Tae Ho lo intentó matar.

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