C7 Capítulo 7.
Tomó un largo baño relajante mientras una sonrisa pequeña se mantuvo en sus labios, había sido un día agradable al lado del príncipe Won Goo, importándole poco si terminó totalmente cubierto de tierra, sentía que ver la sonrisa en los labios de aquel niño que ahora era su hijo valía lo suficiente, incluso si la mirada de la Dama Kim parecía reprenderlo cuando lo encontró luego de unas horas.
La Dama Kim estuvo escandalizada y cuando volvió a su alcoba le recordó que él era un rey, que no podía estar sembrando plantas como un sirviente, y Tae Young sintió como si hubiera sido regañado por su madre, que incluso se olvidó quién era el que daba las órdenes.
En realidad, había pasado más de medio día junto al príncipe y, le pareció que fueron horas eternas durante el tiempo que fue regañado para después esperar que su tina fuese preparada y tener un momento de privacidad, que parecía ser algo que ya todos sabían.
Cuando las yemas de sus dedos comenzaron a arrugarse por estar tanto tiempo en el agua, consideró que era momento de salir. Ahora se sentía más ligero que cuando entró, ya que sus músculos se relajaron porque parecía ser que el Rey Tae Ho no estaba acostumbrado a la actividad física, incluso si esto era algo que él sintió que no era muy difícil y a pesar de eso parecía que al día siguiente su cuerpo podía estar resentido.
Después de secarse un poco, tomó la bata blanca que había sido dejada por la doncella Jo a un lado de la tina y cubrió su desnudez, pasando sus dedos entre los largos mechones de cabello húmedo que caían sobre su rostro. Como era costumbre su ropa debería de estarle esperando en la alcoba, y mientras se vestía también su cena debería de llegar. Era el plan perfecto para terminar un día de arduo trabajo; sin embargo, sus pasos se detuvieron cuando sentado en su cama vio una figura alta que ahora reconocía muy bien.
Sus ojos miraron rápidamente a su alrededor esperando encontrarse con alguien de su corte, sin embargo, no había nadie más en esa recámara que él y el hombre con ropas doradas y que lo miraba duramente, como si estuviera recordándole lo que hizo la noche anterior.
Tae Young dio un paso atrás y esperó que en cualquier momento guardias entraran en su alcoba y se lo llevaran a prisión, es decir, ya mucho había logrado si su cabeza seguía sobre sus hombros después de que el Emperador había despertado y sin rastro desapareció, sin siquiera reclamarle por drogarlo la noche anterior, sino que cuando él volvió a su recámara este ya no estaba, y sólo sabía que lo vieron salir cuando se fue un poco después del mediodía.
En realidad, creyó que iba a terminar en prisión o algo por el estilo, pero nada había sucedido, y bien había escuchado, que siempre había calma antes de la tormenta, ya que ahora asumía que esa tormenta en su vida sería el Emperador, quien estaba sentado en su cama esperándolo sin antes haberse anunciado su visita con horas de anticipación al menos.
El Emperador tenía su rostro serio cuando se levantó de la cama y con pasos firmes comenzó a acercarse a Tae Young, quien dio otro paso hacia atrás, pero como acababa de salir del cuarto de baño, rápidamente su espalda encontró la pared sin dejarle lugar para escapar.
—Buenas noches, Majestad —habló el Emperador en un tono grave.
—Bu-Buenas noches —tartamudeó Tae Young, sin embargo se recompuso rápido —¿a qué debo esta visita tan inesperada?
El Emperador se detuvo a un paso de Tae Young y una sonrisa un tanto burlona apareció en sus labios, disfrutando de como su sola presencia había intimidado al Rey.
—Me parece que anoche quedaron cosas sin concluir entre su Majestad y yo.
Tae Young maldijo internamente, él había asumido que el Emperador no querría regresar a su alcoba después de cómo lo drogó la noche anterior, sin embargo, ahí lo tenía otra vez, y en esta ocasión no le dio tiempo de preparar nada para deshacerse de él, aunque dudaba que si volviera a intentar dormirlo este hubiese caído en su trampa otra vez.
—Majestad... —susurró.
Tae Young no estaba preparado para que el Emperador apareciera en su alcoba esa noche, ni para concluir con lo que suponía debía suceder la noche anterior, y así mismo fue tomado por sorpresa en el momento que la mano del hombre frente a él llegó al cuello de su bata y la haló un poco, exponiendo su hombro derecho, y él solo soltó un jadeo por la sorpresa.
—Todo el día no he dejado de preguntarme —siguió el Emperador mientras se inclinaba y dejaba un beso en su hombro —¿qué clase de veneno usó el Rey Tae Ho en la comida de anoche?
Los ojos de Tae Young se ampliaron ante la mención de algún tipo de veneno en la comida del Emperador, si bien, la comida estaba alterada no era con veneno sino con drogas que lo harían dormirse, era muy diferente, aunque claro, las consecuencias también lo fueron con respecto a como sucedieron las cosas en su mente, en donde todo era menos evidente a como fue en realidad.
—Majestad... yo... no intenté matarlo —su voz fue baja.
Si bien, odiaba verse y sentirse intimidado, no era tonto, sus ojos habían caído más de una vez en la daga que ahora colgaba de la cintura del Emperador, y no sabía si este la llevaba ahí a propósito, ya que nunca antes lo vio usar algo similar, ¿iba a morir esa noche por culpa de su error?, tal vez sí debió usar veneno en lugar de drogas para dormirlo.
—¿No lo hizo?
Dirigió sus labios al cuello de Tae Young que seguía inmóvil, dejando al Emperador hacer lo que quisiera, si bien, quería negarse y alejarlo, temía que si hacía un movimiento equivocado la daga terminase cortando su cuello, y no quería morir, porque dudaba que si no hubiera un cuerpo al cual habitar, el suyo le fuera devuelto.
—Entonces, lo de anoche ¿qué fue?, ¿debo cortar la cabeza de todos los encargados de la cena de anoche para eliminar al culpable?
Se alejó, mirándolo a los ojos, como si le dijera que no bromeaba y, que si era necesario cortaría la cabeza desde los cocineros hasta la última persona que colocó un plato en esa mesa. El Emperador disfrutó de ver el temor instalarse en el Rey Tae Ho, quien estaba debatiéndose entre decir la verdad o dejar que la culpa cayera sobre inocentes, ¿por qué era tan difícil decidir sobre decir la verdad cuando él antes prometió tomar toda la responsabilidad si algo salía mal?
—Su Majestad —murmuró Tae Young —lo de anoche fue mi culpa, de nadie más.
Lo escuchó gruñir y sintió como la mano que se había posado en su cintura se apretaba más, como si de esa manera quisiera mantenerlo en su lugar sin posibilidades de huir, incluso pareció crecer unos pocos centímetros más para intimidarlo, sin embargo, Tae Young necesitaba terminar de hablar si quería seguir manteniendo su cabeza en su lugar.
—Pero Majestad, yo... yo no usé veneno, yo no pretendía matarlo, solo... —su voz se volvió más suave —tenía miedo. Su Majestad no ha visitado mi alcoba en un largo tiempo y... fue tan repentino que tomé una decisión equivocada.
Tae Young vio como si el Emperador estuviera satisfecho con lo que acababa de decir, que reconociera que se equivocó.
Se inclinó hacia él, hablando contra su oído.
—¿Acaso su Majestad olvidó que la pena de muerte está para los traidores? Escuché del doctor que con una dosis más grande y pude haber muerto, ¿su Majestad está seguro que no es lo que quería?
Mentiría si dijera que no estaba sorprendido, creyó que el doctor iba a ser discreto con el tema, pero al parecer no podía confiar en él tampoco, la única persona que ahora creía que le era fiel era la Dama Kim. Aunque claro, él no estaba pensando en el hecho de que de la misma manera que el Emperador acababa de amenazarlo con matarlo, el médico pasó por lo mismo, teniendo que revelar todo si no quería morir.
—Mi intención no fue...
—Voy a perdonarlo por esta vez, su Majestad, y vamos a concluir lo que anoche no pudimos comenzar.
Fue involuntario que el cuerpo de Tae Young se colocara rígido mientras podía sentir una de las manos del Emperador soltar el cinturón que tenía atada su bata, sin saber que este se estaba regocijando en sí mismo, porque a su parecer había dejado muy claro cuál era su lugar y esperaba que el Rey no volviera a cometer el mismo error porque eso traería muchas complicaciones.
Si bien, acababa de amenazarlo con matarlo, no era tan sencillo como culparlo de traición, si fuera un funcionario de menos poder no le importaría hacerlo, pero al tratarse de su esposo, su muerte sería un hecho importante, y realmente a él no le importaba si estaba vivo o muerto, había alguien más que estaba teniendo su atención y a quién quería darle el título de Emperatriz, sin embargo, si él solo lo mataba iba a tener a un reino demasiado fuerte levantándose en su contra.
Muchos en el palacio sabían que el Emperador estaba esperando que su esposo muriera pronto, es decir, su cuerpo era enfermizo y con el pasar de los años parecía volverse más débil, pero eso seguía siendo diferente a si él terminaba con su vida. Una muerte natural no podía compararse en nada a si él lo mataba, y por un momento creyó que eso sucedería, que sería viudo y podría convertir a la concubina Shi en la Emperatriz, sin embargo, parecía que el Rey Tae Ho seguía aferrándose a la vida.
La última vez que cayó enfermo todos dieron por hecho que moriría, incluso él, que ni siquiera se molestó en visitarlo, y solo apareció en su alcoba cuando se enteró que había despertado, ya que quería comprobar con sus propios ojos ese hecho, y después de eso lo había tenido amargando su existencia.
Cuando su bata se deslizó de sus hombros dejándolo desnudo frente a aquel hombre, Tae Young entendió que no iba a ser fácil deshacerse de él y realmente huir de la situación ya no parecía una opción, así que, si iba a ser obligado a tener sexo con alguien que ni siquiera le gustaba, al menos sentía que las cosas deberían de hacerse a su manera, después de todo, no sería la primera vez que estaba con alguien solo por deber.
—Emperador —susurró —creo que deberíamos invitar a que la concubina Shi se una a nosotros esta noche.
Escuchó un gruñido por parte del Emperador y sintió como este se alejaba unos pocos centímetros, mostrando su ceño fruncido, y Tae Young sentía que acababa de encontrar un punto a su favor, ¿el Emperador era tan celoso que no le gustaba compartir a la concubina Shi?, él acababa de ofrecerle su alcoba para disfrutar del momento, y en realidad quería lanzarlo a los brazos de la mujer y que lo dejara en paz, pero creyó que eso sería más fácil si le ofrecía que los tres estuvieran en una misma cama.
—No —gruñó —esta noche sólo seremos su Majestad y yo.
Tae Young vio a sus esperanzas en la puerta agitar su mano diciendo adiós, y con su idea siendo rechazada, no le quedaba más opción que no volver a sugerirlo, es decir, había intentado ser prudente desde que vio al Emperador en la alcoba, porque si tenía todavía su cabeza sobre sus hombros era porque le fue dada una segunda oportunidad cuando este creía que la noche anterior intentó matarlo.
—Bien, solo su Majestad y yo.
Tae Young fingió una sonrisa mientras decía eso, y sus manos se dirigieron al cinturón del Emperador, no era que estuviera ansioso por iniciar eso, pero creía que entre más rápido comenzaran también terminarían.
Dio un pequeño paso hacia adelante y se levantó sobre los dedos de sus pies, rozando sus labios con los de su esposo que no había hecho nada luego de separarse, y sólo pareció reaccionar cuando lo besó, comenzando a corresponderle a aquel beso antes de que Tae Young sintiera su espalda golpear la pared y un objeto afilado contra su cuello.
No sabía en qué momento el Emperador había sacado su daga, aquella que le había hecho actuar tan dócil desde que la notó, pero lo que sí sabía era que, un movimiento en falso y su cuello sería cortado.
—Su Ma...
—Tú no eres el Rey Tae Ho, ¿quién eres?