C6 Capítulo 6 Hermosa marca de nacimiento de cinco pétalos de ciruelo

Derek había estado tras los pasos de Hazel por un tiempo, pero ella no quería tener nada que ver con él. A pesar de eso, Derek andaba diciendo por ahí que Hazel era su novia, tejiendo una historia bastante creíble.

Hazel intentó aclararlo en varias ocasiones, pero Derek era un auténtico pilluelo. La gente empezó a creer cada vez más que eran pareja y a sospechar que Hazel no decía la verdad.

Hazel estaba furiosa con Derek. Un día lo arrastró hasta un rincón apartado... ¡y le propinó una tremenda paliza!

Desde aquel entonces, Derek no volvió a pronunciar palabra sobre Hazel. Ella creyó que el asunto estaba zanjado.

Sin embargo, cuando Derek empezó a salir con Kyla, esta comenzó a esparcir que Derek había dejado a Hazel por ella.

Durante un buen tiempo, las miradas de compasión hacia Hazel eran constantes, como si fuera una mujer despechada.

Hazel no entendía por qué tenían que inventar historias. ¡No lo soportaba más!

Pero Kyla era una chica, al fin y al cabo. No quería que pareciera un espectáculo ver a dos chicas en conflicto. Además, Kyla seguramente llevaría su mentira a otro nivel.

Así que Hazel llevó a Derek y a Kyla al bosquecillo del campus... y frente a Kyla, le dio a Derek una segunda paliza de antología.

Hazel todavía podía visualizar el rostro aterrorizado de Kyla aquel día, lo que explicaba por qué siempre se desviaba al verla más tarde.

Con la demostración de fuerza de Hazel, ambos cortaron el chisme. Pero el daño estaba hecho; los rumores habían calado hondo y Hazel no conseguía cambiar la percepción de todos.

"Mejor déjalo, ni los menciones", suspiró Hazel.

Ariel asentía sin parar. Juntas, se dirigieron al baño.

Joshua apareció en la esquina del pasillo, llevándose la mano a la frente.

Definitivamente, había algo raro entre esa chica dura y él.

Joshua no había ido a buscar a Hazel ese día. Solo tenía unos asuntos pendientes. Pero, ¿se encontrarían de nuevo por casualidad?

Que sea lo que tenga que ser... Joshua esbozó una mueca.

Al salir del baño, Hazel y Ariel se dirigieron a las taquillas para recoger sus vestidos.

Eran del mismo corte escotado que lucía Kyla, lo que las hizo sentirse extrañas e incómodas.

Después de todo, no hacía mucho que Ariel había hecho un comentario sobre el vestido de Kyla.

"¿Qué has dicho hace un momento?" Hazel se quedó sin palabras.

Ariel cambió rápidamente de tema: "Mi príncipe azul es tan astuto. Sabe perfectamente que usando el mismo estilo de vestido puede descubrir quién es la auténtica belleza".

"Tal vez deberías medir tus palabras", Hazel sonrió con ironía. "Recién dijiste que Kyla parecía una cualquiera con ese vestido, y ahora nos toca ponernos el mismo".

"Ella se ve vulgar con cualquier vestido, pero tú, mi querida Hazel, siempre serás una diosa", Ariel soltó una carcajada.

Se probaron los vestidos, que resultaron ser de la misma talla. Hazel sintió una molestia en la parte superior del suyo.

"¡Vaya, mira ese enorme lunar en tu pecho!" exclamó Ariel. "Parece una ciruela roja. ¿Es un tatuaje?"

Hazel se tapó el pecho rápidamente y respondió: "¡Es una mancha de nacimiento!"

"Vaya, eso sí que es inusual, ¿pero por qué la ocultas?" Ariel sonrió con complicidad. "Dijiste que no querías ser elegida. Tal vez ahora mi príncipe azul te descarte por esa mancha, ¿no crees?".

Hazel retiró sus manos, dejando a la vista su pecho.

Ariel miró con asombro la mancha de Hazel y comentó sorprendida: "Esa mancha de nacimiento es realmente especial. Podría ser única".

La mancha en el pecho de Hazel era una preciosa ciruela de cinco pétalos, con cuatro en la parte superior y uno en la inferior, formando una figura singular.

"No estoy segura de que sea única. Supongo que alguien más podría tener una mancha igual", reflexionó Hazel.

Ariel asintió y concordó: "Pero qué práctico es tener esa marca de nacimiento. Si llegaran a traficarte, tus padres podrían encontrarte con facilidad".

"¡La que va a ser traficada serás tú!" replicó Hazel. "Soy la hija de mis padres, ¡y eso es mucho decir!"

"Tranquila, era solo una broma". Ariel puso una cara graciosa.

Una vez listas, esperaron juntas fuera del estudio.

El momento de la entrevista de Ariel se acercaba. No pasó mucho tiempo en la sala, y al salir, encontró a Hazel aún luchando con su vestido.

"Ya déjalo así. No estás en un club de striptease", bromeó Ariel con una risita.

Ante la mirada indecisa de Hazel, Ariel añadió: "No te preocupes, el fotógrafo te va a guiar y te pedirá que hagas poses simples. Es cosa rápida. Mira, ¡yo salí en menos de tres minutos! ¿Quieres que te acompañe adentro?"

"No hace falta... ve a cambiarte al vestuario. Te buscaré cuando termine la sesión". Hazel negó con la cabeza y le pasó los bolsos a Ariel, demostrando la valentía de enfrentarse sola al estudio fotográfico.

"Está bien". Ariel asintió con comprensión.

Hazel tomó aire profundamente y entró al estudio.

No se percató de que una figura alta había ingresado por la puerta lateral.

El director del estudio, al notar al hombre, intentó interceptarlo. Pero se quedó paralizado al reconocerlo.

"Señor Presidente...", balbuceó el director, sorprendido, pero Joshua le hizo un gesto para que se callara.

A pesar de su discreción, el director del estudio sabía perfectamente quién era el Señor Presidente.

El director selló sus labios al instante. Joshua se apostó en una esquina, observando el escenario con una sonrisa contenida.

Hazel se mostraba algo tensa, subiéndose el vestido y llevando una mano al pecho. "Número 68, relájate", le indicó el fotógrafo con suavidad. "No te preocupes, solo vamos a tomar unas pocas fotos. No te pediremos poses complicadas. Baja las manos, ¿sí?"

Los dedos de Hazel se crisparon. A pesar de que Ariel la había involucrado en esta actividad, ahora era una participante más.

Tomando una respiración profunda, Hazel aflojó lentamente sus manos. La distintiva marca de nacimiento en su pecho, con forma de ciruela, capturó de inmediato la atención de todos.

La mirada de Joshua se heló.

En un instante, se abrió paso entre la multitud con una expresión sombría y se acercó a Hazel.

"¡Más natural, sonríe!" instó el fotógrafo.

Vestida con un escote tan pronunciado, Hazel no conseguía sentirse cómoda ante tantas miradas. Para colmo, el fotógrafo buscaba capturar imágenes de su pecho.

Hazel movió los brazos, intentando activar su circulación, pero entonces escuchó un leve chasquido.

De pronto, sintió un escalofrío en el pecho cuando el vestido se deslizó al suelo.

Ella lanzó un grito y se inclinó rápidamente, cubriendo con prisa sus partes íntimas.