Me inmoviliza contra la pared, con sus 7 pies de largo, elevándose sobre mí. "Dime que pare. Dime que no quieres esto y me iré". Murmura con su aliento caliente abanicando mi cara. "Te quiero, Zion", le susurro sin aliento contra el caparazón de su oreja. "Si sales por esa puerta, nunca podrás sentir lo bien que me sentiré a tu alrededor". Le muerdo el lóbulo de la oreja con los dientes. Algo se rompe dentro de él cuando un ruido sordo vibra desde el fondo de su garganta. "Mío..." Gruñe mientras me levanta del suelo y aplasta sus labios contra los míos. --- En el momento en que conocí a Zion, supe que mi vida nunca volvería a ser la misma. Estar en su presencia le hacía cosas locas a mi cuerpo. Él es mi compañero predestinado, la otra mitad de mi alma y el único hombre que puede salvarme de mí mismo. Resulta que no soy un ser humano promedio y tengo al universo entero cuestionando mi existencia y qué energía poseo. Me temen y tienen todos los motivos para hacerlo. Incluyendo a Sion, su élite de guerreros y oráculos de luz.