La gran obsesión del millonario

Brianna se acercó a él con obediencia. Al notar su rigidez y vacilación al moverse, Scott se mostró contrariado. "¿Qué pasa? ¿Acaso eres un robot? ¿No sabes a qué te dedicas?"
"Sí, a complacerte", contestó Brianna con torpeza, "Pero... es que apenas nos conocemos y... tampoco hay sentimientos entre nosotros..."
"¿De qué hablas? No eres más que una cosa mía." Scott replicó con frialdad mientras deslizaba su dedo desde los labios de ella, bajando por su cuello hasta llegar a la clavícula. Brianna sintió cómo el dedo de él continuaba descendiendo hasta posarse en su seno derecho.
Ella se mordió el labio y dijo, "Señor Anderson, para usted soy solo una chica más, comparada con las que ha conocido. No creo ser lo suficientemente buena para complacerlo."
"Si eres suficientemente buena o no, eso lo decido yo. Además, ¿para qué buscaría a otras si ya tengo una aquí por la que he pagado?" Scott expresó con una voz helada.